La concejalía de Turismo de Valleseco junto al colectivo Azaenegue organiza una ruta por el barranco de Vigaroé para dar a conocer los encantos del oeste de Gran Canaria. El naturalista Daniel González se encargará de guiar al grupo de senderistas, 30 aproximadamente, que llegará al emplazamiento en una guagua que partirá desde el centro de Valleseco.

"El Vigaroé es un barranco interesante prácticamente desde cualquier punto de vista, geológico, biológico, arqueológico y etnográfico", explicó González. "Cabe destacar, respectivamente dentro de cada campo, los andenes de la Montaña de Las Brujas, que corresponden a una tarta de coladas del primer ciclo eruptivo", esclareció.

González quiso destacar también la flora y la fauna que se encuentra por el barranco. La presencia del pinzón azul en el pinar que ocupa la cabecera del barranco y de muchas otras aves forestales, entre ellas el pico picapinos; de al menos una especie de murciélago, el montañero; una de las dos poblaciones conocidas de la siempreviva del pinar ( Limonium vigaroense) que ocupa algunas repisas de la divisoria con el barranco de Lina; y de los tres reptiles endémicos de la Isla, el lagarto de Gran Canaria, la lisa y el perenquén de Boettger.

La diversidad de paisajes es otro de los encantos que tiene el Vigaroé. "Es uno de los barrancos más importantes de la vertiente norte del macizo de Inagua que, valga la redundancia, vierte aguas al Barranco Grande, que desemboca en la playa de La Aldea", detalló González. En su tramo bajo la vegetación predominante es el matorral suculento, que en opinión del naturalista, "es el ecosistema más singular del Archipiélago". A lo largo del cauce se desarrollan pequeños palmerales sobre el fondo desnudo y, llegando al corazón del barranco, nos encontramos con el palmeral más importante y, sin duda, uno de los más salvajes y hermosos de la Isla. "Además, la cabecera la tapiza un pinar canario milenario", añadió.

Carmelo Cabrera, veterano montañista, recuerda sus primeros pateos por el oeste de Gran Canaria. "Fui por primera vez con 14 años, cuando apenas sabía nada de la montaña", explicó Cabrera, que quedó enamorado de los diversos paisajes que se disfrutan en el Vigaroé. "Es una caminata única, por su entorno, que apenas ha cambiado en años", aseguró Cabrera, que añadió que visito el enclave hace unas semanas.

Según el montañista, es una pena que no se fomenten las visitas a un entorno que estuvo habitado hace años. "Cuando vine de chico habían familias de pastores aquí arriba", comentó. Esas familias se marcharon hace tiempo, quizás por la dificultades de acceso y las complicaciones para conseguir bienes. "Una vez les trajimos pescado salado y se juntaron todos en una casa para comer", recordó Cabrera, que lamenta el abandono.

"Una se encuentra en estado ruinoso, la otra ha sido ocupada y, gracias a eso, se conserva en mejores condiciones", destacó González. "Las casas fueron habitadas hasta el último tercio del pasado siglo por familias que se dedicaban a la agricultura y al pastoreo" detalló Cabrera.

El montañista sugiere que se reparen las casas para su uso, que en la actualidad son propiedad del Cabildo. "Si se acondicionaran serían de las mejores casas rurales de la Isla", aseguró. "Los turistas podrían pernoctar en una zona llena de diferentes caminos que difícilmente pueden hacer viniendo en guagua", añadió.

Una de sus compañeras de caminata, Fátima Castellano, trabajó en la repoblación de flora en el Vigaroé en 2008. "Subíamos y bajábamos dos o tres veces al día", explicó Castellano, que lamenta la falta de señalización y el estado de los senderos. "Como lo hacíamos 25 personas y tres burros durante tres meses, los caminos estaban hechos y en condiciones para el senderismo". Hoy en día, son pocos los que se aventuran por el Vigaroé. "El mejor mantenimiento para estos caminos es su tránsito habitual", según González.

Tanto Cabrera como González piden más excursiones para dar a conocer los encantos de esta región para muchos desconocida. González, por su parte, aseguró que "las rutas naturalistas son la mejor herramienta para divulgar la importancia y el valor de los espacios naturales, así como su preservación".

Por último, ambos destacan la singularidad del Vigaroé, y sobre todo por que es de los pocos lugares de la Isla donde se puede llegar a disfrutar exclusivamente de los sonidos más naturales. "Es casi un templo, un lugar donde perderse para encontrarse", desarrolló González, que cree que la única manera de preservar estos entornos son dándolos a conocer. "Se ha maltratado mucho a la naturaleza en esta isla, y sólo puede estar ocurriendo por el gran vacío de conocimiento que tiene nuestra sociedad", finalizó González.