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De BIC en BIC La ermita de Las Nieves (16)

La torre perdida de Las Nieves

La antigua ermita podría esconder la base del fuerte que levantó el conquistador Pedro de Vera en la villa de Agaete. El templo es Bien de Interés Cultural desde el año 1971

La torre perdida de Las Nieves

Cuando los conquistadores europeos llegaron a Lagaete, la hoy villa era un lugar de lo más animado, aterrazada en el interior del Valle y abierta a un mar que invitaba a ser el zaguán abierto de los nuevos navíos que primero desembarcaron tropas, y con el tiempo pasajes y mercancías.

Estrechamente vinculada al Guanartemato cuya capital estaba a poca distancia por naciente, los nuevos pobladores se asentaron sobre un pueblo antiguo que hoy no deja de reivindicar su pasado a poco que se hurgue en la tierra.

La Agaete indígena comienza a languidecer a partir del momento en el que Pedro de Vera alza una torre a partir de 1481, a la que luego se sumarían los ingenios, y con ello un flujo económico que en los primeros años de ocupación supuso la creación de una tesorería lo suficientemente abultada como para ayudar a sufragar la sumisión de Tenerife y La Palma.

Pero, ¿dónde está esa torre? David Naranjo Ortega es arqueólogo y guía de las visitas que organiza el área de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria. Según explica existen tres teorías sobre sus posibles ubicaciones, pero una de ellas con sorpresa, que se suma a las que considera que se levantó cerca de la iglesia de la Concepción, en el centro urbano de la localidad, y la que la coloca en las inmediaciones del Roque de Antígafo, en la línea de costa, en realidad un farallón que ya de por sí supone un auténtico fuerte desde que el podrían defenderse los canarios de las primeras incursiones.

Territorios frontera

Con respecto a la primera posibilidad -la de su presencia más al interior-, existen argumentos que resuelven que no tiene mucho sentido el colocar una casa roma o casa fuerte allí porque normalmente se destacaban en primera línea de playa, como ocurre con la Torre de Gando, la torre primigenia de Alonso Fajardo en el Castillo de La Luz, o la Torre del Conde, en la isla de La Gomera.

Se trataban de edificaciones militares en territorios frontera cuyo fin es asentarse en un primer momento en el nuevo espacio conquistado, de tal forma que si los destacamentos no aguantaban los asedios en la fortaleza se recurría a refugiarse o a huir en el barco fondeado a escasa distancia. Y si de lo que se trataba era de una torre real, de obra y fábrica, pues quedaría entonces una tercera posibilidad que habrá que buscar cerca de los callaos, que es adónde apunta la tercera teoría.

Y que es la que propone, entre otros, el doctor en Prehistoria por la ULPGC, Jonathan Santana, que consideran la posibilidad de que aquella famosa torre ordenada a construir por Pedro de Vera, y de la que fue su alcaide Alonso Fernández de Lugo, hoy forme parte de la mismísima ermita de Las Nieves, con varios apuntes en su estructura que refuerzan la idea.

Como sus anchos paramentos, demasiado gruesos para la tipología religiosa convencional pero, sobre todo, por las dos partes diferenciadas de su planta, rectangular en la parte de fachada y perfectamente cuadrangular en la trasera, y que quizá en realidad fuera la base de aquella construcción.

Además, en la propia cartelería de la ermita se sostiene que el edificio actual es una evolución de cinco siglos, y que se construyó "junto" a la citada torre fortaleza, aunque sin poder especificar el lugar exacto.

Con un callao en el pecho

Naranjo Ortega apunta que en cualquier caso "haría falta emprender un proyecto específico para llevar a cabo una excavación y una investigación porque se trata, de momento, de una mera hipótesis de trabajo".

Pero, de lo que no queda ninguna duda es de la estrecha relación de la propia ermita con el antiguo entramado indígena, sobre el que prácticamente se asienta con unos muros de los que por ahora también se desconoce su función, y la aparición de las características casas prehispánicas de planta cruciformes que aparecen en la parte posterior del inmueble.

También existen paramentos que avanzan, cruzando la carretera, hasta el propio Roque Antígafo, como se reveló en las distintas excavaciones realizadas por Arqueocanarias entre 2007 y 2008, en la que, más sorpresas, aparecen muertos en el lado izquierdo del solar anexo al edificio religioso.

Verónica Alberto, arqueóloga, señala allí la localización de dos enterramientos, uno de ellos en fosa pero, de forma excepcional, en un hueco excavado y tallado en la propia escoria volcánica -"algo único en Canarias", asegura Naranjo Ortega-, donde queda depositado el cuerpo. Algo igual pasa en otros yacimientos como en Lomo de Juan Primo, pero se trata de fosas realizadas en caliche, en tierra sedimentaria y no en un sustrato tan duro como el malpaís.

La intriga no acaba ahí, porque se trata de un adulto con "una fractura tremenda en el brazo que no solo le limitó la movilidad y actividad durante su vida, dado que los huesos se sellaron de tal manera que le produjo una reducción del tamaño". El asunto es que, o bien se dio, "o le dieron", apostilla.

Si ya en vida no debió tener un transitar por el mundo algo complicado, después de trasponer no le fue mucho mejor, porque "a la altura del pecho aparece un callao de gran tamaño, procedente de la propia playa de Las Nieves".

El significado de estas piedras sobre los cuerpos se conoce en otras culturas como "la mala muerte, y está asociado a aspectos negativos, y dicho entre comillas, se hace para que no levante el fallecido".

Pero no es el único con dificultades, ya que en la degollada del Roque Antígafo, la empresa Tibicenas, en una campaña de excavaciones realizadas por esas mismas fechas, da con una serie de enterramientos en fosa y con otro individuo que aparece con una piedra ya no en el pecho, sino en la boca.

No menos interesantes son los recipientes cerámicos hallados y asociados a los moldes azucareros que se utilizaban para elaborar el famoso pan de azúcar, el oro blanco que remonta a los primeros dominios del adelantado Alonso Fernández de Lugo, que es quién funda el primer ingenio en esta zona pegada a costa para luego trasladar el trapiche un poco más arriba, a Las Candelarias, a medio camino entre Las Nieves y el centro del pueblo, y que fue descubierto por la empresa Arqueocanarias, de los arqueólogos Valentín Barroso y Consuelo Marrero.

Un privilegio de nobles y reyes

Todo este mixturado habla de un lugar desde el punto de vista arqueológico "de primer orden", en el que luce todo lo que demanda un poblado de costa en el que se comparte la convivencia entre vivos y muertos sin separación física, que incluye la ermita, construcción militar y los instrumentos del desarrollo económico de esos ingenios azucareros.

Unos ingenios, y por tanto una boyante riqueza, que en un nuevo bucle se materializa en el alucinante tríptico de Las Nieves, una obra encargada en el siglo XVI por el comerciante genovés azucarero, Antón Cerezo al flamenco Joos Van Cleve, (1485-1540), osadía monetaria que en su momento era privilegio exclusivo de nobles y reyes. Como la propia Agaete.

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