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Cabildo La revisión del PIO

El senderismo incontrolado amenaza espacios protegidos

Los paisajes más emblemáticos sufren una creciente degradación por la mayor afluencia de visitantes

El senderismo incontrolado amenaza espacios protegidos

El avance del nuevo Plan Insular de Ordenación de Gran Canaria desarrollado por el Cabildo destaca el grave impacto al paisaje que está ocasionando la afluencia incontrolada en distintos espacios protegidos de la isla, algunos de ellos que acogen los lugares más emblemáticos del territorio insular.

Es el caso de Inagua, Reserva Natural Integral, que quedó afectada en un 95 por ciento de su superficie por el voraz incendio del verano de 2007, que redujo especies como el pinzón azul, en peligro de extinción. Según se refleja en la memoria, sus "pistas forestales ocasionan un grave impacto en el paisaje", al que se añade específicamente en este deterioro "el aumento de senderistas, turistas y residentes", así como "la cacería furtiva, la presencia de animales cimarrones y el ganado asilvestrado".

Lo mismo ocurre en el Parque Natural de Tamadaba, donde a pesar de la buena calidad de sus pinares, "en lenta recuperación", también sufre importantes afecciones ligadas al "incremento del número de visitantes que ha recibido este espacio y la intensidad de usos recreativos y de ocio que soporta", sin olvidar un invitado no deseado, "el rabo de gato", convertido en una imparable plaga en detrimento de las especies de flora autóctonas.

Otro tanto se refiere a la Reserva Natural Especial de Güigüí, en La Aldea de San Nicolás, y que a pesar de su lejanía y difícil accesibilidad, "que la ha sustraído al desarrollo turístico y agrícola del entorno, por lo que se ha mantenido en un óptimo estado de conservación", según se subraya en el documento, muestra una "alta fragilidad", entre otras por la "afluencia de visitantes y el aprovechamiento de los recursos naturales y el uso del suelo", factores que constituyen los principales impactos que sufre ese espacio.

Entre los principales referentes de Gran Canaria que acusan este tránsito que degrada las condiciones de conservación del paisaje, se cita al Monumento Natural del Roque Nublo. Los redactores de la memoria consideran que el conjunto se encuentra en buen estado, pero advierten de usos y actividades incompatibles con su protección, lo "que hace que se encuentre especialmente amenazado en su conjunto por tendencias agresivas para el medio natural". Entre ellas, de nuevo, "la fuerte afluencia de senderistas", así como el uso incontrolado de las vías de escalada, y también la presencia de edificaciones y basuras. Asimismo, menciona como los puntos más vulnerables de ese espacio el área del Fraile, seguido por el propio Roque Nublo, el Montañón y la Montaña del Aserrador.

Estas amenazas no olvidan al Paisaje Protegido de Guayadeque, del que el avance destaca que podría sufrir "daños irreversibles si no se aplican medidas y actuaciones de protección". A criterio de los redactores, "la afluencia masiva descontrolada de visitantes es una consecuencia directa de la accesibilidad", que facilita la carretera GC-103, así como "la creciente conexión cultural y económica con el resto del territorio insular". La pérdida de los usos agrarios y ganaderos, una constante en el resto de los entornos citados, produce cambios en un barranco que, no obstante, considera en su diagnóstico ambiental con "cierta tendencia de estabilidad".

También el "tránsito indiscriminado" sobre las Dunas de Maspalomas, que disfruta de la protección de Reserva Natural Especial, y su entorno "fuertemente antropizado", suponen una "seria amenaza para su pervivencia" por su alta fragilidad. Se trata de un ecosistema "extremadamente vulnerable a las interacciones con su dinámica física, y cuyos "principales impactos" son producidos por la presión humana en todo su perímetro del interior "y su atractivo como zona de sol y playa".

En ocasiones no solo son los visitantes a pie los que ocasionan una pérdida de los valores de estos lugares. En el Monumento Natural de Tauro, en el municipio de Mogán, se multiplican los factores que afectan a su pinar, los andenes y "los enclaves florísticos y botánicos", que cuenta con una zona muy frágil localizada en la propia montaña que da nombre al lugar, y que además de por senderistas es amenazado por cazadores y motoristas, un uso que lleva asociado "una alteración del espacio".

Otro entorno con "condiciones ambientales desfavorables para que se pueda producir una regeneración rápida del territorio" es el Paisaje Protegido de La Isleta. El PIO considera que en comparación con otros puntos semejantes disfruta de un grado de conservación "aceptable". Ahora bien, la explotación de las dos canteras situadas al noroeste, "y la inevitable y rápida absorción de cada vez más espacio por la autoridad portuaria, son los principales impactos que sufre". Por estos motivos considera que "existe un excesivo riesgo y una permanente disposición de que sus valores se vean afectados por la situación y el crecimiento de las actividades humanas, muchas veces descontroladas y de grandes impactos".

El elenco de áreas susceptibles de sufrir agresiones de este tipo incluye a Sitios de Interés Científico, como es el caso de Juncalillo del Sur, con sus charcas naturales asociadas al ecosistema marino, cuya zona más frágil la constituye el Humedal. Dentro de sus límites, según detalla el avance del documento insular, además de recibir vertidos de basuras y escombros, se detecta "la presencia asidua de visitantes y usuarios", así como la existencia "de numerosas pistas incluso por la zonas del humedal, la instalación de las salinas y la sobreexplotación del acuífero".

Una situación similar a la de Tufia, en el municipio de Telde, que disfruta de la misma calificación de interés científico, y cuyo campo dunar "y la vegetación asociada" al mismo, se encuentra "bastante" alterado y degradado, con presencia de basuras, así como de numerosas escombreras y pistas. También sufre de extracciones ilegales y con viviendas en su interior, a pesar de su "elevada fragilidad".

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