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El cibernético que busca oro en montañas de arena

El grancanario Néstor Rodríguez Vilanova convierte lo último en tecnología en rentables productos comerciales

El cibernético que busca oro en montañas de arena

Néstor Rodríguez Vilanova es uno de los escasísimos ingenieros cibernéticos que existen en el planeta, un matemático profundo inmerso en la búsqueda de lo que viene a definir como "pepitas de oro en una montaña de arena". Nacido el 13 de enero de 1978 en Las Palmas de Gran Canaria, criado en Altavista y formado en el Heidelberg, reside en Karlsruhe, famosa en España por golear 7 a 0 al Valencia en 1993 en la Copa de la UEFA, pero más conocida en el universo por albergar el KIT, Instituto Tecnológico de Karlsruhe, "la primera universidad técnica del planeta Tierra", y lugar donde el físico Heinrich Hertz descubrió la existencia de las ondas electromagnéticas.

Pero antes de llegar ahí, el grancanario Néstor hizo escala en Stuttgart para cumplimentar su peculiar carrera en el único lugar que se imparte Ingeniería Cibernética, un sofisticado mixturado de ingeniería, electrotécnica, procesos químicos y "la informática de toda la vida", un menú no apto para pusilánimes, sino para aquellos que sueñan con "androides y la robótica".

Para conseguir ser uno de lo 40 estudiantes por promoción, habría que remontarse a sus años previos en la capital de la isla, donde fue amueblando el cerebro para lo que vendría después. "Fui un marginado de la vida", afirma con retranca. "Todos mis amigos jugando los sábados y yo en Almatriche estudiando como un tonto", recuerda en referencia a un horario que incluía los sábados como día lectivo, y con horario trastocado. "Por cierto, lo que nunca hice fue ir a la playa", cae de repente.

Sus notas eran impecables, pero se califica como un "empollón gandul", elemento que se caracteriza "por sacar buenas notas para que mi padre me dejara ver tele".

Es a los once años cuando Néstor Rodríguez pierde una estación del calendario canario. "A partir de ahí ya no sé cómo son los veranos" porque sus padres -él profesor de inglés y ella pedagoga y sicóloga de colegios-, le alternan un año sí y el otro en Alemania e Inglaterra, donde perfecciona ambos idiomas".

Una clave que sería mano de santo para lo que vendría después.

"Si no sabes hablar da igual el grado de conocimientos que adquieras, porque no sabrás comunicarlo a nadie". Néstor ya tiene 18 años. Y tiene prisa. "Me saco el carnet de conducir y me pongo a estudiar vocabulario"..., castellano.

Ya tenía aprobado el Abitur, la selectividad alemana, y decidió pasar también la española. Pero como todas las asignaturas en el Heiderberg se imparten en alemán, se encontró que para expresar conceptos de física o química en su idioma natal no tenía palabras.

Pero esa no fue la única dificultad. Existía otra de carácter más filosófico. "España memoriza y Alemania premia el cómo se resuelve un problema, por que incide en el razonamiento más que en la respuesta y tuve que adaptarme a eso".

Cuando inició la carrera se encontró en un aula "con mucho friki", como corresponde a la materia, y un contenido de "matemática profunda". Aunque a Rodríguez el día le daba para más. "Para lograr un buen tren de vida trabajaba becado en Mercedes y de vez en cuando iba a clase, por esa pedagogía que te permite no tener que empollar tanto si logras comprender cómo funcionan las cosas".

El proyecto final de carrera acabó con un sobresaliente, con una investigación sobre la dinámica de conducción, y otra sobre la acústica y clima dentro de la cabina del coche. "Utilizamos modelos de simulación de la NASA para lograr que la climatización del vehículo fuera automática sin tocar un botón. La cibernética", define, "se centra en la autogestión de los sistemas". Era 2003. Y como "tampoco es que le tuviera un apego extraordinario a la carrera, decidí hacer algo interesante y divertido".

Así recaló, como primer trabajador de la firma, en Engage AG, dedicada a la creación de empresas basadas en tecnología. "Lo que hacíamos era hablar con universidades e instituciones sobre los últimos descubrimientos y estudiar si valía la pena crear una empresa para su comercialización. Hoy están a la orden del día, pero en su momento no había nadie que hiciera algo parecido".

"Cuando pequeño me gustaba el Muy Interesante. Y esto era un Muy Interesante en vivo y pagado, ya que ibas a ver a los profesores que descubrían las tecnologías, les preguntaba a ellos, ¡al tío que lo hizo! Aunque también es verdad que es como buscar pepitas de oro en una montaña de arena porque muchas de las ideas, o no son comerciales, o se quedan obsoletas".

Inversión madura

Ahí permanece hasta 2010, tras crear 22 sociedades con ese fondo de inversión. Y pasa a formar parte de la británica AMR Limited, "para todo lo contrario". Ahora son inversores que desean coger empresas para que crezcan. Un sistema que se denomina private equity, o inversión madura, para luego venderlas con beneficios. Esos inversores acuden a asesores externos para asegurar si la intervención tiene sentido comercial para inyectarles entre 40 a 150 millones de euros, y que se convierten en "bombas lucrativas", como ocurrió con la firma de material deportivo Under Armour, que tras pasar por el equipo de Néstor, "acaba de superar a Puma y ahora es la tercera a nivel mundial".

Néstor ahí se convierte en 'investigador privado' en un trabajo apasionante. "El inversor te paga 100.000 euros y te da tres semanas para analizar medio siglo de empresa en Nueva York, Londres y Frankfurt, y a sus 150 competidores, y resumiéndolo de forma fácil de comprender porque lo más probable es que el inversor tenga solo una hora para leerlo y decidir".

Tras pasar por Siemens a partir de 2012 como jefe de estrategia de la división de energías fósiles, en 2014 monta su propia sociedad, Atrineo AG, consultoría con la que vuelve a los orígenes con la creación de firmas para centros de investigaciones públicas y pequeñas y medianas empresas.

¿Y Canarias? "He tratado de volver una y otra vez, e incluso gané un premio de la Agencia de Seguridad Canaria titulado el Potencial de las nuevas tecnologías en caso de emergencia debida a fenómenos naturales en Canarias, pero hasta que no exista un cambio de mentalidad no tengo muchas salidas".

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