La romería a San Nicolás de Tolentino concentró durante la tarde-noche a miles de personas, que hasta avanzada la noche disfrutaron de un acto lleno de colorido y canariedad. Sobre las seis de la tarde el cortejo iniciaba el desfile desde las inmediaciones del Almacén de los Picos y durante unas cuatro horas las calles del casco se llenaron de tipismo, música, baile y gastronomía.

Como de costumbre, el multitudinario y entusiasta festejo se convirtió en lugar de encuentro del folclore y las tradiciones. Rondallas, algunas con sus cuerpos de baile, se entremezclaban con las 33 carretas participantes en una ofrenda donde los amantes del costumbrismo se vistieron con sus trajes típicos, divirtiéndose a los sones de los cantos de la tierra.

A esta cita con el patrono, incluida en el programa de las fiestas patronales a finales de los años ochenta, acudieron miles de vecinos llegados de todos los barrios y también de otros municipios. En la fachada del templo, con presencia del santo italiano, los romeros depositaron miles de kilos de productos de la tierra para su posterior reparto solidario a distintas instituciones benéficas, a la vez que los diferentes grupos folclóricos interpretaban lo mejor de su repertorio.

Alcanzada la noche, la fiesta se trasladó en la avenida San Nicolás, donde continuó el jolgorio para dar fin a la gastronomía y a los rones aún acumulados en las carretas, todo ello acompañado con los cánticos y sones del folclore canario. En otro lugar donde también se disfrutó de la música de cuerdas y el baile fue en la Plaza Vieja, con la actuación del grupo Volumen y la parranda El Mejinje.

La romería se prolongó hasta la madrugada con una verbena y la música de los chiringuitos. Como es habitual, tirando ya para el amanecer no faltaron los gritos de los más jóvenes : "De aquí p'al Charco".

Por la mañana, durante la homilía en honor del patrono, se reivindicó la construcción de la segunda fase de la carretera La Aldea-Agaete, en concreto la urgencia del túnel que atravesará el peligroso macizo de Faneque. En la ofrenda al santo, dos feligreses trasladaron un cartel donde se leía "Y quiero Faneque Ya", desde la entrada al templo hasta el altar donde en uno de los laterales se ubicaban las autoridades. Para decepción de los aldeanos, ayer no acudieron al pueblo ninguno de los máximos responsables del Gobierno de Canarias, del Cabildo de Gran Canaria ni de la Delegación del Gobierno.

Hubo una masiva asistencia a los actos religiosos, superior a años anteriores, en un día de bastante calor, cuya temperatura se vio menguada gracias a la brisa que sopló durante toda la jornada.

Y como cada 11 de septiembre, la Fiesta del Charco devolverá a La Aldea hoy lunes su explosión anual de alegría donde el agua, el barro y las lisas serán los grandes protagonistas del ritual festejo. Esta fiesta, la más popular de los aldeanos, conocida siglos atrás por la embarbasca, tiene su origen en la costumbre de los aborígenes canarios de narcotizar los peces de los charcos costeros con la leche de tabaiba amarga o de cardón y cogerlos cuando se encontraban entontecidos.

La Fiesta del Charco no sólo se limita al tradicional remojón y a la pesca de la rica lisa. A las doce del mediodía tendrá lugar en el viejo muelle un charanguero baile a cargo de la Banda de Agaete. El jolgorio se trasladará sobre las dos de la tarde al parque de Rubén Díaz y a los tarahales de Las Manchas, con un encuentro de parrandas y el tradicional almuerzo familiar, a la espera de que llegue la hora del ritual.