Ayer tenía que haber salido el santo en procesión por las calles de San Mateo, pero el alcalde, Antonio Ortega, se vio obligado a suspender los actos por motivos de causa mayor. Ya la víspera se suspendió la romería porque unas pocas horas antes saltó la chispa en la rotonda de la variante en la que se bifurcan las carreteras que van a Tejeda y Artenara.

Tampoco ayer hubo diana floreada ni feria de ganado. Los únicos animales que quedaban en la zona de Las Mesetas eran dos pobres perros enjutos rodeados de pinos calcinados que habían soportado el calor de las llamas de la noche y que habían sobrevivido milagrosamente, por lo que sus dueños dieron gracias a San Mateo. Los que no se libraron de la quema fueron unos conejos y unas gallinas que amanecieron calcinados en sus jaulas.

El otoño, que empieza hoy, regaló a los isleños de cumbre y medianías una lluvia moderada pero persistente, de esas que no mojan pero sí empapan, que logró apaciguar y casi extinguir el fuego. "Aunque eso todavía no se puede afirmar", advirtió ayer precavido Antonio Morales, al pie de Montaña Cabreja, en San Mateo, mientras empuñaba un buen paraguas para guarecerse de la molesta aunque bendita lluvia. Nueve helicópteros y avionetas estuvieron sofocando el fuego desde el aire para ayudar al santo y no encomendarle todo el arduo y ardiente trabajo.

Lo coches de la prensa (prensa, radio y televisión) que iban en busca del centro operativo, ubicado en la cima del mirador abandonado de Montaña Cabreja, encontraban al presidente del Cabildo al borde la carretera de subida, al borde de la Bodega Insular cabildicia, y lo abordaban sin miramientos ni conmiseración. Una tele tras otra, una radio tras otra, un periódico tras otros, el presidente contestaba consecutivamete a todas las preguntas abnegadamente, sin perder su sempiterna media sonrisa porque no estaba el día para sonreír abiertamente.

Algo más arriba, en la carretera que une San Mateo con Tejeda, los vecinos que habían sido evacuados el día anterior por el incendio iban progresivamente volviendo a sus casas que abandonaron apresuradamente al toque de corneta de la Unidad Militar de Emergencia que había llegado de Sevilla. La UME es un invento creado por Rodríguez Zapatero que está siendo muy útil en las tragedias humanas y naturales.

Los ayuntamiento de Tejeda y San Mateo habían procurado a los damnificados acogida y refugio en el albergue y el polideportivo municipales, respectivamente. Allí Protección Civil y Cruz Roja se ocuparon de sus necesidades básicas, les prepararon la cena y el colacao y les acomodaron en colchonetas para que pudieran pernoctar de la manera más confortable.

"No todos se quedaron en el polideportivo porque prefirieron hacerlo en casas de familiares. Eso sí, todos los que no tenían sitio para dormir lo pudieron hacer en las instalaciones municipales", explicó el consejero insular de Soberanía Alimentaria y exalcalde de San Mateo, que estaba en su pueblo apenado por la situación pero esperanzado por la llegada de la lluvia.

Como lo estaba Antonio Morales. "Anoche estaba preocupado por el tiempo, a pesar de que las previsiones meteorológicas anunciaban lluvias. La lluvia nos ha facilitado mucho el trabajo, pero así y todo no hemos bajado la guardia porque siempre pueden quedar rescoldos que se aviven con el viento. Hay una media de 300 personas trabajando sin parar".

Morales fue abordado por una representante de una protectora de animales, que estaba muy interesada en que se creara un protocolo sobre animales y que habilitaran instalaciones para atenderlos en estos percances. El presidente escuchó, asintió y prometió que lo consideraría. Y así lo dijo en la rueda de prensa de autoridades que ofreció dos horas después.

"El incendio no está controlado pero sí delimitado. No se ha salido de los ámbitos y se ha avanzado muchísimo. Hay dos puntos calientes, fundamentalmente en Cuasquías y El Rincón. Todos los equipos siguen trabajando: la unidad del ejército, los agentes forestales, todos bien coordinados".

Arriba, en la parte más alta de Montaña Cabreja, se encontraban en el centro operativo y logístico, además de Miguel Hidalgo, el vicepresidente del Gobierno canario, Pablo Rodríguez, y la consejera regional de Política Territorial, Nieves Lady Barreto, que suscribían la palabra más buscada entre las autoridades: coordinación. Quisieron dejar bien claro que todas las administraciones (local, insular, regional y estatal) se habían coordinado en las tareas de extinción y habían trabajado como una sola persona. Allí estaba también la Policía Canaria controlando que los periodistas no se acercaran a los políticos para demostrar su utilidad.

En la parte más alta del municipio iban regresando los vecinos, acompañados de los equipos de emergencia y de los concejales del pueblo. Poco a poco iban llegando a sus casas en Risco Prieto, Cueva Grande, Lagunetas, Aríñez, Camaretas... Los Llanos de María López y de la Pez habían sido abatidos y arrasados por el fuego. El aire olía a quemado, como a una mezcla agria entre limón y cebolla. Y la pinocha negra, quemada, alfombrando el suelo de tierra.

Una patrulla de la Guardia Civil no dejaba bajar hacia la Cruz de Tejeda porque al parecer se habían caído unos postes de la luz y los cables estaban esparcidos por la carretera. Las furgonetas de la empresa Cobra se confundían por la carretera con las ambulancias, los coches de Protección Civil, los vehículos de la Cruz Roja y la guagua de la UME.Con la perenne neblina que se posó en la cumbre a veces era difícil distinguir entre humo y lluvia.