Carlos Weishäupl Fernández llegó a este mundo vía Guanarteme un 11 de enero de 1989 y fue criado entre los salitres del istmo capitalino grancanario y la media altura del colegio Anita Conrad, de Firgas. De padre teutón y madre asturiana, este vínculo alemán será clave para lo que está por venir en su carrera profesional, cuyos estudios de Derecho cumplimenta los primeros cuatro años en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y finaliza, a través del Erasmus en la ciudad de Münster, en la región de Renania del Norte-Westfalia.
Al regreso a la isla para rematar la licenciatura, en 2012, rechaza la idea de opositar que tenía en mente "al darme cuenta de que no era lo que más encajaba con mis inquietudes, ni con el hecho de que con mis idiomas -alemán, castellano e inglés-, lo más indicado con 23 años es salir a buscar experiencia fuera".
Así es como llega a Frankfurt, "donde empiezo a trabajar para el departamento legal de multinacional de software", mientras continúa ampliando su formación con un master en Negocios Internacionales en la Frankfurt School, "aprovechando los idiomas y mi perfil en uno de los principales centros financieros de Europa".
Carlos Weishäupl asegura que nunca ha sido un empollón, "de hecho, no soporto a los empollones", matiza con un punto de retranca. "Siempre he ido un poco más allá porque creo que no es tan importante la nota en sí como el saber qué hacer con esa información".
Esos dos años de compatibilizar trabajo durante la semana con los estudios sábados y domingos, "fueron muy exigentes". Pero aún cursando el master, en 2014 se adentra en el mundo financiero a través del gigante Citigroup, concretamente en el área de banca corporativa y de inversión.
La especialidad en Asia del máster le lleva a Pekín, Wuxi y Shanghai, donde visita tanto multinacionales como universidades de la región. "A la vuelta de China", continúa, "cambio la banca por la consultoría de M&A para ampliar conocimientos en un terreno que siempre me sedujo".
Es en verano de 2015 cuando redacta la tesis, una comparativa de criterios entre los Objetivos de Sostenibilidad marcados por la ONU para la Agenda 2020 y los de los mercados financieros ya existentes. "En principio me interesaba el tema de sostenibilidad desde el aspecto de consumo energético, eficiencia en el uso de recursos, su regulación en un contexto de cambio global respecto al ritmo de crecimiento. Sin embargo", añade Carlos, "descubro que también se evalúan aspectos como la igualdad de género o igualdad de oportunidades en el terreno laboral. Hasta qué punto todo eso es concebible bajo el paraguas de la pura sostenibilidad también puede dar lugar a debate".
Una vez termina la graduación, se cuelga una mochila y enfila proa a Sudamérica a finales del 2015 para cumplir uno de sus sueños de juventud. Hasta mediados del año siguiente recorre el sur de Brasil, Paraguay, Argentina, Bolivia, Chile y Uruguay. "Ahí aprendo una visión mucho más realista, menos edulcorada del mundo. Confirmo que vivimos en una burbuja de estudios, de supuesta seguridad. Te encuentras cómo ciertas decisiones y flujos económicos influyen en la otra parte del mundo. En lo personal, reconfiguras tus prioridades. Aprendes a relativizar, callarte y escuchar".
Pero ni con la mochila a bordo cede en su apetito por el conocimiento y en los últimos meses de ese periplo se matricula en la Universidad de Curitiba, de Brasil, para aprender portugués en un curso intensivo. Y es que, para el isleño, "hoy un idioma tiene tanto peso como una carrera, y sobre todo un idioma que no sea el inglés, porque este ya se da por sentado."
De vuelta, inicia procesos de selección y se debate entre ofertas "siempre fuera de España", algunas tan sugerentes como la de Twitter en Dublín. En 2016 se incorpora a Amazon, la mayor firma de comercio electrónico del mundo.
Weishäupl asegura que dedicarse en su caso a operaciones y logística, "es estar en uno de los pocos ámbitos económicos actuales con futuro junto a las tecnológicas y algunos servicios financieros: Amazon es la nueva Standard Oil".
La entrada no fue apta para pusilánimes. "Se nos encargó iniciar a otro compañero y a mí un proyecto ya totalmente implantado en Estados Unidos pero no en Europa". Esto, a salto de mata entre Luxemburgo y Bratislava, el nuevo cluster europeo que conecta las fronteras de Austria y Eslovaquia a través de ambas capitales.
"Es una ciudad que está explotando con la presencia de muchas multinacionales para dirigir y gestionar sus operaciones, como ya hacen Volkswagen, Swiss RE, la química Henkel o Lenovo".
Según explica, Amazon experimenta un crecimiento exponencial en el que ya no puede seguir construyendo almacenes a mayor ritmo porque es inviable. De ahí que la idea de su proyecto es "saltarse el paso de los distribuidores enviando su stock a los almacenes para remitirlas directamente al cliente final. Esto implica unos procesos muy complejos para gestionar las operaciones con las empresas de transporte, y ponderar miles de factores para que el cliente final tenga una satisfacción propia de la experiencia Amazon".
Carlos asegura que el método conlleva "una coordinación quirúrgica en la gestión de procesos entre productor, vendedor y distribuidor", y que lo interesante de trabajar en un monstruo como Amazon "es que siempre se está instaurando algo nuevo; existe una cultura disruptiva ya a nivel interno. Lo procesos que valen en mayo son arcaicos en octubre. En una situación de tipos de interés casi nulos, el cash se vuelca todo a inversión. No solo para reducir plazos de entrega, sino haciendo que Amazon asuma riesgos en otros sectores".
A Carlos no le falta tiempo para criticar el modelo educativo español, y por ende el canario, al que achaca de "estar muy poco aplicado a la realidad, en contraste con una Europa donde a los 18 o 19 años se inculca una cultura que arrastra al mundo laboral. Mientras esto continúe así el canario tendrá una competitividad menor al del resto de la UE".
Por este motivo invita a los isleños a salir fuera a formarse, y a las empresas españolas a abandonar una política en la que "cuesta mucho implantar la meritocracia. Por lo general, en España", sentencia, "se promociona en base a jubilaciones de puestos superiores, sin tener en cuenta ni el verdadero esfuerzo ni el talento".
