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Perico, la voz del sorondongo

La agrupación folclórica Los Campesinos homenajea en San Bartolomé a su solista Pedro Luzardo - El cantador interpreta desde hace medio siglo el tradicional género musical

Una misma raíz y una misma voz. El sorondongo y Pedro Luzardo llevan unidos toda la vida y San Bartolomé tiene mucho que ver en esa senda. La tierra del jable no es solo el lugar de nacimiento del cantador (1947), conocido como Perico el de Casiano, sino también la cuna del sorondongo conejero, uno de los géneros musicales con más arraigo en el folclore de Lanzarote que inició su andadura de mano de José María Gil y la agrupación Ajey a mediados del pasado siglo XX.

A partir de ese momento, el resto de formaciones de la Isla incorporó las estrofas del sorondongo a su repertorio, como hizo Los Campesinos, que cumplió medio siglo de vida en 2014. De ese grupo forma parte Perico desde hace 49 años y su inconfundible interpretación del sorondongo al que imprime con maestría su sello propio. Es uno de los mejores solistas de la Isla y de Canarias de esas coplas y en reconocimiento a esa dedicación sus compañeros de Los Campesinos le rindieron un emotivo homenaje en la noche del pasado sábado en el Teatro de San Bartolomé.

Hijo de Casiano Luzardo y Dolores Perera, Perico procede de una familia dedicada a las labores de labranza, que compaginó con su trabajo en el sector de la construcción. Es el último miembro de la generación de fundadores de Los Campesinos y de grandes cantadores del grupo como Juan Betancor, Juan Quintero, Domingo Rocío o Fefo García, entre otros. Su sólida experiencia le ha llevado a liderar la nueva hornada de voces de Los Campesinos.

Además de cantar las letras, Perico ha desempeñado su gran quehacer como instrumentista de Los Campesinos, prácticamente desde sus comienzos, con el primer director, Juan Brito. "Un compañero me dijo un día que cogiera la bandolina que nos íbamos a tocar a Jameos del Agua y yo le dije que cómo iba a hacerlo, pues yo no sabía tocarla", comentó Perico. "La cosa es que la cogí y no la solté hasta hace unos 20 años por los calambres que me daban en una de las manos", aseguró el cantador. Antes de la bandolina comenzó a tocar la guitarra en Ajey.

Perico reconoció que no sabe qué es lo que tiene su voz para que destaque en la interpretación del sorondongo y de la malagueña y transmita tanta fuerza a los bailadores. "Aprendí a cantarlos de otros solistas y lo único que pienso es en no ponerme nervioso cuando salgo a cantar y en que me salga la voz", manifestó Perico.

Tocar e interpretar el sorondongo en Los Campesinos es uno de los grandes pilares de su vida junto a su mujer, María de los Ángeles Mateo, sus hijas, Luz María y Rosa Delia, y sus nietos Aray y Nayra. Al acto del fin de semana se sumaron la Coral de San Bartolomé y solistas como Tito Perera y Fefo García. El espectáculo Sorondongo de Los Campesinos es una muestra más del compromiso de difusión de la cultura canaria y de mantenimiento de las tradiciones a cargo de una de las agrupaciones más relevantes del Archipiélago.

El sorodongo, según la historia recopilada por Los Campesinos, se enmarca "bajo múltiples nombres como jeringonzas, zarangollos o sorondongos" y es uno de los géneros más extendidos por toda el área panhispánica que encuentra sus raíces en la jerigonza, baile popular del siglo XVI, que ya se conocía en música cifrada para vihuela de seis cuerdas gracias al maestro Fuenllana, en Orphenica Lyra (Sevilla, 1554).

En Canarias sus versiones se relacionan con juego infantiles, en el caso de las islas occidentales (la versión herreña de El Fraire), mientras que en las orientales tiene que ver con bailes de adultos. La aportación lanzaroteña, mezclada con ideas de José María Gil y melodías adaptadas del Rancho de Pascua de San Bartolomé, y con la coreografía de Marcial de León es la más popular y menos tradicional.

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