Los Reyes Magos tenían claro que para poder repartir sus juguetes en Lanzarote tenían que encontrar un hueco para desplazarse antes a la isla de La Graciosa. Y ahí que se embarcaron a media mañana de ayer desde el muelle de Órzola con destino a la octava isla para iniciar un recorrido que les debía llevar a lo largo de la dura jornada por el resto de los municipios conejeros.

Tras desembarcar en el muelle de Caleta de Sebo, donde le esperaba una charanga para animar la fiesta, sus Majestades se adentraron por las calles de arena hasta llegar al salón parroquial donde los chinijos les hicieron entrega de las cartas con sus deseos.

Con los deberes hechos en La Graciosa desplegaron un plan estratégico encaminado a que ningún niño se quedara sin juguetes. Como estaban en el norte de la isla aprovecharon para recalar en el muelle de Arrieta, desde donde se dirigirían hasta el pueblo de Haría en unos espectaculares coches de lujo antes de subirse a los camellos que esperaban impacientes para las cabalgatas.

La cabaña camellar que a diario pasea turistas por las Montañas del Fuego en el parque Nacional de Timanfaya tuvo que hacer horas extras para estar presentes en todas las cabalgatas. Los que estaban como en casa fueron los camellos que formaron parte de la comitiva real de los reyes en Yaiza y Playa Blanca. De hecho casi no hubo ni que guiarles porque se sabían el camino al dedillo.

En Tías fue el propio alcalde, Francisco Hernández el que les entregó las llaves del municipio para que pudieran acceder a todas las viviendas de la localidad. En agradecimiento, los reyes se acercaron también a la zona turística de Puerto del Carmen donde llevaron su magia a los miles de guiris que no quisieron perderse esa costumbre tan típica española como la paella o la siesta.

La cabalgata más multitudinaria se celebraba pasadas las seis de la tarde en Arrecife donde se repartieron más de 4.000 kilos de caramelos. Fue quizás lo más divertido dado que ni siquiera hubo una batucada o una pachanga para poner música al recorrido. Solo la carroza de la empresa Hiperdino, con la familia Dino al completo, tenía su propia banda sonora infantil para animar el desfile.

De lo contrario solo se hubiese escuchado el griterío de los chiquillos reclamando caramelos y la bocina del camión de bomberos que cerraba la comitiva de oriente. "¡Baltasar, aquí!", "¡Melchor, Gaspar, dame caramelos!". Eran las frases más repetidas a lo largo de un recorrido que comenzó en el parque situado junto a la playa del Reducto para terminar en la sede del Ayuntamiento.

La temática infantil brilló por su ausencia dado que las cinco carrozas apenas contaban con decoración destinada para los más pequeños: solo peces y gaviotas reciclados de otras ediciones y algo parecido a aladino.