Lorena Cubas Sánchez tiene grandes sueños que, según ella, nunca verá cumplidos. Casi ha renunciado a desarrollar un trabajo en una actividad diferente a la limpieza y su corazón parece resignado a no encontrar una pareja de estatura normal. Lorena tiene 34 años y mide 1,32 metros. Llora ante una vida llena de humillaciones. Lorena quiere encontrar un trabajo como telefonista, recepcionista o cualquier otra actividad digna, pero "me duele mucho cuando voy a una entrevista de trabajo y con la mirada ya me están rechazando".

A pesar de que Lorena confiesa que es una mujer acomplejada por su corta estatura, ha reunido la entereza suficiente para sacar adelante a su hijo de seis años, también afectado por acondroplasia. También su madre y su único hermano padecen la misma alteración. Lorena nos sorprende con una sonrisa cuando confiesa que su hijo conseguirá una estatura registrada dentro de los parámetros normales. Ella ya tiene sus metas puestas en Barcelona, concretamente en el Instituto Universitario Dexeus, único en España con una unidad especializada en el alargamiento óseo. Allí irá su hijo cuando cumpla la edad adecuada. Para Lorena una operación de estas características ya llega demasiado tarde, porque sólo se practica a pacientes con un máximo de 18 años.

La prueba de que la acondroplasia puede superar las barreras físicas impuestas por la genética está en Anabel Reyes. Tiene 14 años y en apenas tres años ya le ha sumado 22 centímetros a su estatura. Su madre, Esperanza Herrera, de tamaño normal, y su padre, Claudio Reyes, también afectado por acondroplasia y fallecido hace ocho años, tuvieron claro desde el momento en que la pequeña Anabel llegó al mundo que aprovecharían los avances de la ciencia para superar el escaso crecimiento de su hija. Por eso, en cuanto Anabel cumplió los 11 años viajó hasta Barcelona convencida de que el bisturí lograría el milagro de normalizar su situación. "Siempre dijo que quería ser tan grande como su hermano, que mide 1,80 metros. Al menos, con el alargamiento de los huesos conseguirá una estatura entre 1,59 y 1,60 metros, frente a los sólo 1,32 metros que hubiera alcanzado durante toda su vida", explica Esperanza Herrera, quien controla el tema casi tanto como un médico. Su formación autodidacta procede de los muchos congresos sobre acondroplasia celebrados en España a los que ha acudido como oyente. "Queríamos estar informados y elegir lo mejor para nuestra hija cuando llegara el momento".

Los adolescentes tienen que someterse a operaciones en las tibias, fémures y húmeros. La intervención quirúrgica de cada uno de estos huesos asciende a 23.000 euros. Por suerte, el Servicio Canario de Salud financia el coste médico y hospitalario.

Anabel es una joven tímida, coqueta y, sobre todo, se confiesa a salvo de complejos. Puede pasar horas delante del espejo arreglándose el pelo, no se pierde una salida con su grupo de amigas y le encanta enseñar sus piernas con minifaldas. Lleva con orgullo las cicatrices a la altura de las tibias y comparte una disciplinada relación con los ortofis colocados en octubre de 2008 en ambos brazos. Durante ocho meses tendrá que llevar esos aparatos que van insertados en la piel y en el hueso. Durante un año completo también tuvo que llevar unas piezas idénticas en las tibias. La propia Anabel se hace la cura diaria y gira cada ortofis un milímetro ayudada por una llave. Sabe que en ese gesto que ella ha asumido con mucha valentía está el secreto para lograr el crecimiento de sus huesos. Anabel aconseja a todos los niños con acondroplasia que se sometan a la operación "porque no sientes tanto dolor y la recompensa es increíble".

Alexis Fuentes, presidente de la Asociación de Pequeños Grandes Luchadores (Pegral), con sede en Tenerife, insiste que "la sociedad tiene que implicarse más con nosotros, pero no sintiendo pena, sino facilitando nuestra integración en todos los sentidos".

Por su parte, en Gran Canaria los derechos de los acondroplásicos son defendidos por la Asociación de Familias Afectadas por Acondroplasia (Afapa). Esperanza Herrera, su secretaria, dice que "aún queda mucho camino por recorrer", al tiempo que exige estudios médicos exhaustivos sobre las condiciones físicas especiales de las personas con este problema.