La crisis económica embiste con fuerza y el mejor antídoto parece ser el repetido consejo de apretarse el cinturón. Pero en muchos casos con esto no basta. Bastantes familias canarias viven en la actualidad situaciones que rozan la desesperación ante el drástico descenso de su nivel de vida.

El director del centro concertado Colegio Norte, Salvador Domínguez, reconoce que "la subida del desempleo y las hipotecas no dan respiro a las economías familiares", y habla de casos dramáticos "a los que tenemos que hacer frente día a día los profesores. Por ejemplo, niños que vienen de casa sin desayunar -sabemos de algunos que incluso sólo hacen una comida al día-, descuidos en el uniforme y, lo que es peor, cambios negativos en su estado anímico", asegura. Es la punta del iceberg de las grandes dificultades familiares que pasan a veces desapercibidas. "Sin embargo, son niños y lo absorben todo, lo bueno y lo malo que ven en casa".

Muchos no comunican la tirantez y el estrés que viven en casa, y callan, "pero se refleja en sus rostros y en los cambios de comportamiento: más agresivos en unos casos y en otros más apáticos", reflexiona Domínguez.

Según explica Esther García, directora del IES de El Rincón, las solicitudes de ayuda por falta de recursos de los padres a los centros se han disparado y han pasado del 20% al 40% este año. También, afirma, ha aumentado los traslados de niños de los colegios privados a los concertados o públicos" al no poder hacer frente los padres a las cuotas.

Las restricciones afectan a todos. El colegio Norte ofertaba hasta el año pasado 11 actividades extraescolares y han quedado en sólo seis por falta de demanda y presupuesto: "Se han suprimido el ajedrez, teatro y manualidades, entre otras", afirma el director. Afrontamos una generación acostumbrada a tenerlo todo, y ahora vienen los desengaños.

Mónica Guerra Santana, que dirige un gabinete de asesoramiento psicopedagógico y logopédico en la capital grancanaria, confirma el drama que supone, por ejemplo, para algunos padres tener que prescindir de la terapia que recibe su hijo con déficits cognitivos, dificultades de aprendizaje o cualquier otro problema pedagógico por no poder costear las cuotas de tratamiento, que suponen un desembolso mínimo de 120 euros al mes. "El número de solicitudes de becas de ayudas por este servicio se ha disparado en este curso", e incluso familias tradicionalmente acomodadas "se han visto en la necesidad de solicitarlas porque también han sido golpeadas y tienen problemas para llegar a fin de mes".

Esta situación impone recortes y Desiré Jiménez, 33 años, y Yolanda Henríquez, de 36, lo tienen claro. "Hay que priorizar gastos. Yo pago 48 euros mensuales por cada niño en un colegio concertado, aparte los libros -430 euros por los dos hijos- y el comedor que cuesta 110, además de la guagua, las actividades extraescolares...", afirma Jiménez. "Esto es una cadena larga de gastos, y todo no puede ser".