La magistrados de los juzgados de Instrucción y de lo Penal de la Isla lo han advertido en más de una ocasión: el incremento de la población reclusa con trastornos mentales es una realidad en Canarias.

"No existe un lugar adecuado en la prisión provincial para atender a los presos con problemas mentales graves y, en este momento, son recluidos en la enfermería del centro. Estamos hablando de presos peligrosos por padecer brotes psicóticos, lo que entraña un riesgo importante no sólo para el personal que les atiende sino también para ellos mismos que pueden autolesionarse", argumenta el juez decano de Las Palmas, Javier García Sotoca.

Esta situación se produce en los presos que están pendientes de juicio, puesto que una vez disponen de sentencia firme éstos son remitidos a los centros penitenciarios psiquiátricos de Sevilla o Alicante, los dos únicos del país que disponen de una atención integral para los reclusos con cuadros psicóticos.

De momento, los reclusos canarios con trastornos mentales menos graves reciben la asistencia periódica de un psiquiatra, así como un programa de apoyo psicológico. El forense Guillermo Oliver se refiere a las altas posibilidades de recuperación de estos pacientes si reciben el tratamiento farmacológico adecuado. "Aunque para estos pacientes resulta elemental el apoyo familiar".

Los familiares de pacientes con enfermedades mentales también denuncian la tensión que, generalmente, soportan cuando ante un brote de la patología demandan la presencia de los sanitarios para la evacuación del enfermo hasta un centro hospitalario. "Muchos sanitarios se niegan al traslado si no hay una orden judicial", dice Antonio Arbelo, de la Plataforma Canaria de Salud Mental.