Alberto [nombre ficticio de un menor que prefiere no dar a conocer su identidad] tomaba el sol el pasado jueves por la mañana en Casablanca I. "Prefiero estar aquí que en el colegio", aseguraba a pocos metros de su centro educativo mientras oía música con el móvil. "Mis padres me dejan faltar un día a la semana. No me dicen nada", asegura este joven que dice tener "casi 16 años", por lo que "no me pueden obligar a ir a clase".

Alberto no era el único menor en edad de escolarización obligatoria que estaba ese día fuera de clase. La Cícer, por ejemplo, es un lugar de encuentro de estos alumnos, sobre todo, los días que hay "olas grandes". Para escaquearse de clase e irse a la playa, los chicos guardan las tablas en las viviendas de sus colegas y vuelven a casa a la hora de comer como si hubieran ido al cole.

"No estamos aquí todos los días, pero sí venimos de vez en cuando", reconoce un grupo de jóvenes que limpia sus tablas después de practicar surf durante unas cuantas horas. "No hacemos nada malo, es nuestra pasión y hacemos deporte", se justifica otro chico que también asegura tener 16 años.

El problema de estas fugas, que en principio pueden ser pasajeras, es que con el tiempo se conviertan en rutina. En algunos casos es un hábito que empieza desde que los niños comienzan a ir a la escuela en edad no obligatoria. "Se acostumbran a faltar varios días a la semana con tres años y luego cuando entran en la escolarización obligatoria continúan así", explica Yurena Melián, animadora sociocultural del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

"Detrás de la mayor parte de los casos de absentismo hay problemas familiares. Nos damos cuenta de que desgraciadamente existe un abandono familiar", explica Rosa María Hontanilla, directora del CEIP León de El Lasso, y añade que por fortuna su centro ha experimentado una disminución de los casos de absentismo.

Esto se debe, en parte, a los proyectos municipales y a que las familias reaccionan más ahora ante la llamada de atención de Servicios Sociales. "Los padres saben que si los niños no acuden a clase puede tener una repercusión negativa. Ellos saben que no están obrando correctamente y cambian de actitud", manifiesta la directora.