Las calles de Arrecife son, desde hace algo más de dos semanas, el refugio de Iván L.B., el joven grancanario que tras cumplir 18 años tuvo que abandonar el pasado mes de mayo el hogar de menores de Las Palmas de Gran Canaria en el que vivía tutelado. Toño Rodríguez, con quien pasó dos noches en una caseta asegura que "cometerá un día una locura."

La capital de Lanzarote es la ciudad en la que Iván intenta sobrevivir y también el lugar en el que ha ido dejando un reguero de amigos en su intento de hacer más llevadera su forzada soledad. Desde el pasado miércoles no lo han vuelto a ver, pero Iván el canario, como ya se le conoce en la Isla, "puede aparecer en cualquier momento. Cuando menos te lo esperas viene por aquí y te cuenta su vida. Un día lo acompañé al centro de salud de Valterra porque me dijo que le hacían falta unas medicinas para tratar su esquizofrenia y allí le reemplazaron a que volviera al día siguiente pero no apareció", comentó el pasado viernes Facundo Fernández, un vecino del barrio de Valterra donde Iván acudía a menudo.

Quienes han tenido la oportunidad de compartir con él más de una tarde de tertulia, lo definen como "una persona muy sociable, falta de cariño y con ganas de que alguien le escuche y le tienda una mano".

Son palabras de Toño, que convivió dos jornadas con el joven en la caseta que el maestro de jolateros (pequeñas embarcaciones de bidones, típicas del Charco de San Ginés) ahora en la indigencia, despliega en la playa de El Cable, en Arrecife. "Dormía en un colchón, que cogió de la basura, debajo de una palmera en El Reducto, hasta que la policía le impidió estar allí y le dije que si quería se podía venir conmigo a El Cable. Incluso hasta se llevaba encantado de paseo a mi perro Tobi", comentó Toño. Desde entonces no lo ha vuelto a ver.

"Un día me preguntó cómo se podía ganar la vida en Lanzarote, que se quería independizar y que su familia no lo quería. No es justo que un chaval esté viviendo en la calle en esas condiciones. Un día va a cometer una locura. Necesita ayuda urgente", apuntó.

"Le compramos comida"

Hasta la sede de Calor y Café en Puerto Naos (Arrecife), acudió a cenar y ducharse Iván el miércoles 16 y viernes 18 de noviembre. "Estaba muy inquieto. Lo quería todo en el momento. Nada más llegar quería ducharse, que le pusieran la comida... sin esperar a que se abriera el comedor y su turno como el resto de personas que vienen a Calor y Café. Se marchó sin recoger ni lavar su plato en ninguna de las dos ocasiones", apuntó Sor Ana, responsable de la ONG.

"Nadie diría que Iván vive en la calle. Le gusta tener buen aspecto e ir bien vestido y le encanta jugar con los niños", indicó Texeneri Rodríguez, vecino de las Ochenta Viviendas de Valterra.

Uno de los jóvenes de la pandilla con la que Iván solía quedar casi a diario en Valterra y que prefirió no desvelar su identidad, manifestó que consideran al chico "como uno más del grupo de amigos al que con frecuencia le compramos comida o se la llevamos de casa".