A diez minutos de que la tienda de electrónica Saturn comenzara su especial maratón de 24 horas, las colas ya daban la vuelta a la segunda planta del centro comercial Las Arenas. Alrededor de 8.000 de personas esperaban con ansia que el reloj marcara las doce en punto para entrar en Saturn y arrasar, sobre todo, con los productos que durante días el establecimiento anunció a buen precio. Dentro los empleados, visiblemente nerviosos, se daban ánimos y gritaban "pío, pío". El balance inicial remarca que la cafetera Krups y la Wii fueron los artículos más demandados, seguidos por los televisores y los productos de entretenimiento en general, aseguró ayer el gerente de Saturn, Eduardo Astrada.

En la inmensa cola, personas de todas las edades se hacían un hueco y miraban sin cesar el reloj. Entre la multitud había de todo, gente joven y mayor, empleados y parados, con listas detalladas de los artículos que querían o estudiando el folleto en busca de una verdadera ganga. Parecía que iban a abrir el mayor parque de atracciones del mundo.

No tardaron en aparecer los bulos, y a kilómetros de la puerta se podía escuchar a la gente comentando en corrillos que las primeras 100 ventas se cobrarían los artículos a un euro. Nada más lejos de la realidad, pero la ilusión llega hasta límites insospechados. Cerca de la puerta Luisa Marrero confesaba que estaba haciendo cola desde las nueve de la noche. "He venido a golisnear a ver si encuentro algo que merezca la pena", asentía. Su acompañante, José María Castellano, lo tenía más claro, "yo quiero una tablet y sé cual voy a elegir".

Ya en la cuenta atrás, cuando tan solo quedaban unos segundos para dar la bienvenida a los ansiosos clientes, la cola perdió forma y el centro comercial cobró forma de persona. No se veían ni escaleras ni pasillos, sólo gente, muchísima gente.

Con aplausos celebraron los trabajadores de Saturn la entrada de los primeros clientes. Mientras, los que permanecían fuera, que pensaban que entrarían todos a tropel, comenzaban a desesperarse y a reducir el espacio vital de cada uno hasta el punto de que la masa se volvió homogénea y empezó a faltar hasta el aire. Tanto que las 16 personas de seguridad se quedaron cortas y a las dos de la mañana la Policía Nacional tuvo que acercarse a Las Arenas para evitar una avalancha.

A las doce y tres minutos, sorprendentemente, ya se había formado una larga cola en las cajas registradoras. Televisores de plasma, cafeteras, consolas e impresoras se llevaban como churros. Carreras y compras a lo loco era la tónica de la noche. A Saturn le faltó poner un punto de encuentro, ya que la gran mayoría de la gente terminó perdiéndose. Le ocurrió a Martín Vivas, que aguardaba mirando a todas partes y cargado hasta las orejas. "Lo vi todo en el catálogo y vine a tiro hecho, pero he perdido a mi novia", decía sin dejar de mirar a su alrededor.

Eduardo Astrada manifestó que las horas de venta más fuertes se sucedieron desde medianoche a las siete de la mañana, sin parar. La afluencia de público comenzó a descender desde ese momento y hasta las nueve, en que "se vivió un repunte que duró el día entero", afirmó Astrada. La gerencia del centro expresó su agradecimiento por la "inmejorable acogida que hemos tenido y esperamos seguir así", concluyó Astrada.