Al menos cinco municipios han contactado con la Autoridad Portuaria de Las Palmas para reclamar barcos abandonados, que permanecen en línea de atraque, con objeto de hundirlos cerca de sus costas y convertirlos en reclamo para los submarinistas y el turismo. Las Palmas de Gran Canaria, Telde, Agaete, Gáldar y Mogán han barajado ya esta posibilidad, según confirmaron fuentes de La Luz. Los denominados pecios constituyen un punto de interés para los especialistas del buceo, por el movimiento de fauna marina que se genera a su alrededor. También por el singular paisaje que ofrece a los aficionados.

El Puerto tiene hoy en sus muelles cerca de medio centenar de buques abandonados. Una treintena de ellos, ya completamente desalojados por sus tripulantes, y el resto, aún con marinos a bordo que esperan una salida burocrática a su situación, generada por el desentendimiento de sus armadores. Muchos de estos navíos han sido ya convenientemente limpiados de combustibles y materiales tóxicos. En los últimos meses, la Autoridad Portuaria también ha adjudicado el desguace de algunas de estas embarcaciones a empresarios que han solicitado los permisos necesarios en Capitanía Marítima. Gracias a estas medidas, el recinto portuario ha podido aligerar paulatinamente la cifra de barcos, que ocupan un espacio necesario para los clientes que solicitan un atraque en la capital grancanaria.

La Autoridad Portuaria ya ha tramitado la concesión de una planta de desguace que se encargaría de limpiar buena parte de este contingente. Sin embargo, aún se dispondrían de buques para los municipios interesados en aumentar el atractivo de sus fondos marinos. Algo que ya hizo Mogán, en donde desde hace años un submarino pasea a los turistas bajo el mar. Éstos pueden contemplar dos pecios que se trasladaron desde La Luz para ser hundidos en el lugar.

La cesión de los barcos, no obstante, demandaría una pequeña inversión por parte de los ayuntamientos interesados, para evacuar los combustibles y otras sustancias que pueden suponer un riesgo para el medio ambiente, y que aún siguen a bordo de algunos de estos navíos. También, para asumir el arrastre necesario hasta los puntos en los que se pretenda colocar los pecios.

La flota abandonada constituye un problema que el Puerto de Las Palmas ha sufrido en los últimos años, con la caída de la actividad pesquera y la desidia que demostraron algunos armadores a la hora de tramitar el regreso de sus tripulaciones. Así, la asociación Stella Maris se ha destacado por auxiliar a estos marinos, facilitándoles alimentos, ayuda médica y hasta administrativa. Cuando se han logrado marchar, sin embargo, el buque ha permanecido en La Luz.

No sólo hay pesqueros viejos y sin uso en los muelles interiores o en el dique Reina Sofía. El petrolero panameño Iballa G permanece desde el año 2009 atracado en el Puerto, después de que su propietario se declarase insolvente. Es sólo una de las historias con final desafortunado que han protagonizado estas embarcaciones, hoy objeto de deseo de los ayuntamientos costeros. La búsqueda de un turismo especializado en tiempos de crisis, pero también de cambios en la principal industria canaria, además de la creciente afición al buceo que se ha experimentado en las Islas, alimentan una demanda que puede adornar los fondos de Gran Canaria en adelante.