"Sube que ya maté a tu hermano Óscar, está tirado en el garaje y mamá está sola". Son las 10.24 horas del 20 de julio de 2012, y el que habla es Alejandro Santana Nolasco. Acaba de cometer el crimen en presencia de la matriarca y llama por teléfono a su otro hermano para hacerle esa confesión. Después acude la hija de la víctima a socorrer a su padre, Alejandro se cruza con su cuñada en la escalera del inmueble... Un rosario de pruebas que juegan a favor de la Fiscalía Provincial de Las Palmas y de la acusación particular, ejercida por Francisco Mazorra en representación de la viuda y de su hija.

Sin embargo, durante el juicio, que comenzará el 16 de diciembre en la Audiencia de Las Palmas, Alejandro Santana tratará de convencer al jurado popular de que no tenía intención de matar a su hermano, y mucho menos de asesinarlo. De hecho, su abogado, Miguel Ángel Pérez Diepa, en sus conclusiones provisionales, interesa dos eximentes completas de la responsabilidad criminal: el consumo de drogas y haber actuado bajo un estado de arrebato u obcecación.

¿Pero cómo acabó el procesado con la vida de su hermano? Según la defensa, lo hizo movido por "la ira", pues tuvo la percepción de que Óscar "se disponía a agredir a su madre", se metió en medio para "separar" y "de forma involuntaria le clavó el cuchillo".

El letrado defensor añade que Alejandro estaba en esos momentos muy nervioso, entre otros motivos porque su hermano, que se dedicaba a reparar motos en el garaje de la vivienda familiar, le había recriminado que le echara azúcar o sal al depósito de combustible de uno de los ciclomotores. Agrega que luego le arrojó un paño a la cara y se puso a cambiar la cerradura del garaje con un taladro, sin el consentimiento de la madre, motivo por el que se desencadenó la discusión esa mañana de julio.

Las acusaciones coinciden en que el crimen está vinculado con la discusión por el azúcar hallado en el depósito de gasolina de una de las motos, pero niegan el resto de conclusiones de la defensa y sostienen que el acusado fue al garaje a por su hermano. Antes cogió de la planta tercera, donde vivía, un cuchillo de 17,5 centímetros de hoja. Su madre hablaba en ese momento con Óscar por el cambio de las cerraduras. Lo intentó apuñalar en un primer ademán, pero su hermano retrocedió y esquivó el ataque. Luego le alcanzó el cuello y murió desangrado, mientras su hija trataba de socorrerlo.

La fiscal Pilar Rodríguez califica esos hechos de homicidio y solicita una pena de 15 años de prisión, así como otros dos años de cárcel por un delito de amenazas. Sin embargo, la acusación particular, ejercida por Francisco Mazorra, eleva esa petición de pena en cinco años prisión al considerar que el ataque fue sorpresivo y es constitutivo de un delito de asesinato.

Las acusaciones también reclaman indemnizaciones de 111.458 euros para la esposa de Óscar Santana Nolasco y de 9.288 euros para su hija y la abuela de ésta. Asimismo destacan en sus conclusiones que el procesado "es una persona violenta", y subrayan que ya había agredido a su hermano con un arma blanca en diciembre de 2011. Lo mismo ocurrió en 2009, pero en el primer caso Óscar retiró la denuncia y en el segundo no la interpuso por "la presión de la familia", recoge el auto de hechos justiciables, que fija el inicio de la vista oral para el 16 de diciembre.

Ese día, abogados y fiscal expondrán sus alegatos iniciales para tratar de convencer al tribunal de sus versiones. El testimonio de los familiares, sobre todo de la madre, parece clave para la defensa, que califica los hechos de homicidio imprudente e introduce la alternativa del homicidio por si ésta no prospera. Las acusaciones rechazan que la adicción a las drogas del acusado influyeran en el crimen.