Tal día como hoy, un 26 de febrero, se colocaba la primera piedra del Puerto de La Luz y de Las Palmas. Fue en 1883 cuando el contratista inglés, Swanston and Company, emprendió unos trabajos que nunca han terminado de completarse, si se atiende a la realidad actual. En el presente, la administración impulsa el cierre de lo que será la cuarta dársena del recinto, la de La Esfinge, con un dique exterior 400 metros más largo que permitirá la ubicación de la futura base de ferrys de Naviera Armas y el despacho de fuel a cargo de la multinacional Oryx, que ha invertido 60 millones de euros en trece depósitos de combustible que relanzarán a la capital grancanaria como líder nacional del denominado sector del bunkering.

La escala de cruceros y la asistencia a las plataformas petrolíferas y su flota auxiliar, que operan en el Golfo de Guinea, conforman las tendencias al alza en La Luz, que se ha revelado con el paso de los lustros polivalente por encima de todo: ha vivido desde el auge de la carga negra a los fenómenos migratorios que llevaron a muchos canarios a Venezuela.

Desde el boom de la pesca en la región atlántico-africana hasta la eclosión de los transbordos de containers, cuya caída sufren hoy las empresas estibadoras y sus trabajadores. Dúctil y siempre privilegiado por una ubicación geográfica idónea para los tráficos entre el norte europeo, el sur africano y el oeste americano, el Puerto ha sabido encontrar siempre caminos alternativos a los que han ido cerrándose a su desarrollo.

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