El aumento de edificios abandonados y la costumbre de mucha gente de echarles de comer ha disparado la población de palomas de la capital grancanaria, lo que obliga a la Concejalía de Salud Pública a realizar actuaciones permanentes para mantener a raya a estas aves. El pasado año se capturó un total de 11.642 palomas, a través de jaulas y cañones de redes, y en lo que va de año son más de 2.500 las aves atrapadas, lo que a juicio de la concejala de Salud Pública, Mimi González, refleja que la población está siendo controlada.

El parque Santa Catalina vivió ayer una de las dos capturas con redes de cañones que se efectúan al año en los lugares más problemáticos. El sistema consiste en un propulsor de redes, con cinco cañones alimentados con pólvora, que atrapa a las palomas, las cuales han sido previamente engoadas con comida. El veterinario Roberto Sologaistua, que dirigió la operación, explicó que a las palomas las alimenta la misma persona y en los mismos sitios durante los 15 días previos a la operación, para que se acostumbren y no desconfíen. "Es el único sistema homologado en toda España y es uno de los más efectivos para cazar palomas", señaló Sologaistua, quien aclaró que las aves anilladas se devuelven a las sociedades colombófilas y las protegidas, como las tórtolas turcas, se entregan al Seprona.

Sologaistua batió su propio récord en Madrid, en el parque Eva Perón, al cazar 600 palomas de un solo golpe de cañón. En la capital grancanaria, la mayor captura tuvo lugar en el año 2000, en el que fueron cazadas 300 palomas con cada golpe. "En dos días se llegaron a capturar 6.000 palomas", recordó.

"Ahora, debido a los métodos de control que se están utilizando en la ciudad de Las Palmas hay muchísimas menos", resaltó el veterinario, quien señaló que la población se descontrola por dos razones: cuando la gente las alimenta y cuando las aves tienen acceso a edificios y azoteas abandonadas y huecos en cornisas, que les facilita el anidamiento.

En la capital grancanaria se han detectado unos 70 puntos negros, entre ellos el parque Santa Catalina, la plaza de Santa Ana, el parque San Telmo, el parque Juan Pablo II, la plaza de Manuel Becerra, el parque Iglesia del Carmen, las ramblas de Mesa y López, el paseo de Las Canteras, el teatro Pérez Galdós, la plaza de Santo Domingo, la alameda de Colón, la plaza Hurtado de Mendoza, el parque Juan del Río Ayala, Cruz de Piedra y el barrio del Pilar, entre otros.

La edila Mimi González resaltó los efectos negativos que tienen los excrementos de las palomas en los edificios y el resto del mobiliario urbano, así como los riesgos que puede haber para la salud de las personas. El veterinario advirtió que las palomas transmiten enfermedades, "como tuberculosis y salmonelosis y también pulgas, garrapatas y sarna. Puede haber entre 18 y 20 enfermedades. No hemos encontrados problemas graves que nos hagan alarmarnos por la transmisión de enfermedades", aclaró la concejala.

En palabras de González, los puntos negros se generan fundamentalmente porque la gente les da de comer. En la plaza Manuel Becerra, la abundancia de palomas está relacionada con la presencia de los silos del puerto de la Luz y en el paseo de Las Canteras, por ejemplo, con los restos de comida que deja la gente en la arena. Por esta razón, la población comienza a dispararse a partir del buen tiempo, cuando la gente va de manera masiva a la playa. Según la edila, Las Canteras "ha mejorado mucho y también el parque Juan Pablo II, gracias al control permanente que se hace en 70 puntos distintos" con jaulas móviles y fijas. Mimi González recordó que alimentar a las palomas está prohibido y es sancionable y destacó las campañas que se hacen para concienciar a la gente.