"¡Llegué esta mañana y me encontré esto así!". El usuario del Muelle Deportivo señalaba a gritos a un conocido cómo había quedado su pequeña embarcación en el pantalán. La lluvia de la noche anterior obligó a algunos a achicar agua en una marina repleta de público: los tripulantes de la 29 edición de la Atlantic Rally for Cruisers, que ayer no pudieron salir rumbo a Santa Lucía y el Caribe, porque la mala mar y el viento impedían una maniobra segura en la dársena. El pistoletazo estaba previsto a las 12.30 horas, pero desde un buen rato antes la organización anunciaba el retraso hasta la mañana de hoy, lunes. Una jornada para la que la Autoridad Portuaria de Las Palmas ha tenido que reajustar su tráfico marítimo, con el fin de que los veleros deportivos tengan despejado el camino en su aventura.

Las 180 tripulaciones de crucero permanecían en los pantalanes, muchas de ellas con el toldo protector puesto. "La filosofía de la ARC es la de una navegación segura, con un público familiar, en la que no se permiten barcos de menos de seis metros de eslora o navegantes en solitario. En estas condiciones, lo lógico era retrasar la salida de la prueba", explicó ayer a pie de muelle Juan Francisco Martín, director comercial del Puerto. Se repitió, de este modo, la circunstancia de hace dos años.

Eso sí, en el muelle han tenido que reorganizar sobre la marcha todo el tránsito marítimo programado para la mañana del lunes. La nueva previsión contempla que los barcos con los que trabajan los portuarios estén atracados en La Luz antes de las ocho de la mañana. Durante la noche se dará entrada al recinto a otros buques mercantes que tenían prevista su arribada por el día. Y a las 9.30 horas, momento en el que los veleros regatistas comenzarán a salir del Muelle Deportivo, partirá hacia Morro Jable el último Fred. Olsen de la jornada. Además, se ajustará en el horario la recepción del ferri ro-ro (para la carga rodada) de Trasmediterránea.

Todo, para que la ARC tenga una bahía expedita durante aproximadamente una hora, hasta las 10.30, cuando la flota de veleros deberá estar situada en la nueva área de exclusión establecida, a la altura del parque San Telmo. Las divisiones Racing, Multicasco y Crucero partirán entonces en su travesía transatlántica.

La operativa no se pudo llevar a cabo ayer porque "el mar y el viento no permiten una salida desde la marina. Hay que considerar los riesgos de daños para las embarcaciones", apuntaba desde el centro de control dispuesto por la organización su principal representante, Andrew Bishop. El director de la regata apuntaba a las circunstancias que hacían aconsejable aguardar 24 horas para volver a retomar el comienzo de la competición, pero también destacaba el lado bueno de la demora. Bishop, que hace unos días definía a Las Palmas de Gran Canaria como "mi segundo hogar", comentaba que "por otra parte, todo esto supone que las tripulaciones de los 180 barcos se quedan un día más en la marina y en la ciudad".

Lo cierto es que el Muelle Deportivo lució abarrotado durante la mañana. Las terrazas, que apenas esperaban unas pocas horas de actividad antes de la partida oficial, volvieron a atender a un gran número de usuarios, a los que se sumaron los pocos curiosos que se habían acercado para disfrutar del ambiente marinero.

Por entonces, aún se preveía que los barcos de la división Racing, unas 30 embarcaciones, tuvieran una ventana de oportunidad para poder salir rumbo al Caribe hacia las tres de la tarde. Pero pronto los organizadores se percataron de que lo mejor era dejarlo todo para el día de hoy. En tierra se quedaron unas 1.200 personas de 29 nacionalidades distintas: los tripulantes de los 180 veleros inscritos.

Una entrega, la número 29, que ha reunido a más multicascos que nunca: 25 catamaranes deportivos capaces de navegar a altas velocidades, sin prescindir de los lujos o comodidades a bordo que suelen disfrutar los habituales participantes en la regata.

La Atlantic Rally for Cruisers está patrocinada por la Consejería de Turismo del Cabildo, el Puerto y la Saint Lucia Tourist Board, con la colaboración del Ayuntamiento. La revista Yachting Word también esta asociada a la organización. El impacto económico de la prueba en la capital y la Isla fue de 2,6 millones de euros en 2013.