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Religión

Canarias en los escritos de Santa Teresa

La monja de Ávila tuvo una gran amistad con dos obispos de Canarias

Canarias en los escritos de Santa Teresa

El quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús que celebraremos el próximo año, está motivando que los devotos y estudiosos de la santa y de su obra literaria, hayamos tomado la pluma para dar a conocer aspectos interesantes de su vida.

Aunque parezca extraño, Canarias está presente en la obra de Santa Teresa de Jesús. Y ello se debió a la amistad que tuvo la monja de Ávila con dos obispos de Canarias, don Cristóbal Vela Acuña y don Fernando de Rueda. Ambos fueron canónigos de la catedral abulense. Curiosamente ambos fueron también contrincantes en las oposiciones para la canongía de lectoral, que ganó Rueda. No obstante, Vela obtuvo después la dignidad de arcediano. Santa Teresa habla de los dos prebendados en sus escritos. De don Cristóbal en el Libro de las Fundaciones y de don Fernando en sus cartas. El primero era paisano y amigo de Teresa de Ahumada y el segundo consejero, sobre todo en asuntos jurídicos.

Don Cristóbal Vela y Acuña era natural de Ávila, hijo del militar don Blasco Núñez Vela, primer virrey del Perú, y de doña Brinanda de Acuña. Era sobrino de don Francisco Vela, padrino de bautizo de la niña Teresa, que recibió el sacramento en la parroquia de San Juan el 4 de abril de de 1515, Miércoles Santo. Había nacido una semana antes, el 28 de marzo, Miércoles de Pasión. Sus padres se llamaban Alonso Sánchez de Cepeda, natural de Toledo, y doña Beatriz de Ahumada, natural de Olmedo (Valladolid). Ella prefirió usar el primer apellido de su madre para identificarse como Teresa de Ahumada. Don Blasco, padre de Cristóbal, marchó al Perú en 1543, donde encontró aquel territorio en completa anarquía, por las ambiciones de los conquistadores, muriendo en un combate entre dos de los bandos en 1548. Vela estudió en la Universidad de Salamanca y, posteriormente, fue maestro y catedrático de la misma. Luego obtuvo, como dijimos, la dignidad de Arcediano de la catedral de Ávila. Fue nombrado obispo de Canarias el 15 de diciembre de 1574, por fallecimiento en Las Palmas de fray Juan de Alzolarás, de la Orden de San Jerónimo y predicador del emperador Carlos Quinto en su retiro de Yuste.

Don Cristóbal fue consagrado obispo en la catedral de Ávila por don Mauricio de Pazos, obispo de la misma. Tomó posesión de la diócesis de Canarias el 3 de junio de 1575. En los cinco años que duró su pontificado realizó una meritoria labor: hizo visita pastoral a gran parte de su jurisdicción. Construyó el palacio episcopal y aprobó la fundación del monasterio de las Bernardas en el barrio de Triana, edificios ambos que en 1599 serían quemados por los holandeses. Finalmente, celebró el cuarto sínodo diocesano. La existencia de este sínodo ha sido negada por autores como Viera y Clavijo, pero hay testimonios y documentos suficientes que avalan su celebración. Últimamente, don José Lavandera López, ha hallado en el archivo de la catedral actas referidas al sínodo, que hablan principalmente de los sacramentos. Don Cristóbal fue trasladado al arzobispado de Burgos el 22 de junio de 1580.

Don Cristóbal Vela, antes de pasar a su nueva sede de Burgos, se detuvo en el monasterio de los Jerónimos de Valladolid, donde el obispo de Palencia don Álvaro de Mendoza tenía que imponerle el palio arzobispal. El palio es una insignia pontifical que distingue a los arzobispos. Consiste en una faja con diferentes cruces blancas, que pende de los hombros sobre el pecho. En aquellos días estaba Santa Teresa en Valladolid y teniendo noticias de la llegada del arzobispo Vela, pretendió entrevistarse con él para hablarle de su proyecto de fundación de un monasterio en Burgos. No pudo celebrarse el encuentro porque el arzobispo se estableció, como dijimos, en el convento de los Jerónimos, fuera de la ciudad. Pero sí pudo hablar con el obispo de Palencia a quien pidió que informara a don Cristóbal de su proyecto y que le prestara su apoyo. En el capítulo 31 del Libro de las Fundaciones, con su estilo castizo y su gracejo característico, la monja esritora y andariega, narra el hecho, revelando además que don Cristóbal quiso fundar un monasterio carmelita en Canarias. Transcribo textualmente sus palabras: "El año 1580, estando yo en Valladolid, pasó por allí el arzobispo de Burgos, que habían dádole entonces el obispado, que lo era antes de Canaria, y venía entonces. Supliqué a el obispo de Palencia, don Álvaro de Mendoza (de quien ya he dicho que favorece esta Orden, porque fue el primero que admitió el monasterio de San Josef de Ávila siendo allí obispo, y siempre después nos ha hecho mucha merced, y toma las cosas de esta Orden como propias, en especial las que yo le suplico), y muy de buena gana dijo se la pediría; porque como le parece se sirve Nuestro Señor en estas casas, gusta mucho cuando alguna se funda.

No quiso entrar el arzobispo en Valladolid, sino posó en el monasterio de San Jerónimo, adonde le hizo mucha fiesta el obispo de Palencia, y se fue a comer con él y a darle un cinto, u no sé qué cerimonia, que lo havía de hacer obispo. Allí le pidió licencia para que yo fundase el monesterio. El dijo la daría muy de buena gana, porque aun havía querido uno de ellos en Canaria y deseado procurar tener un monesterio de éstos, porque él conocía lo que se servía en ellos nuestro Señor, porque era de donde havía uno de ellos y a mí me conocía mucho. Ansí me dijo el obispo por la licencia no quedase, que él se había holgado mucho de ello; y como no trata el Concilio que se dé por escrito, sino que sea con su voluntad, esto se podía tener por dada". El monasterio de Burgos se inauguró el 19 de abril de 1582. Santa Teresa, en carta a don Álvaro de Mendoza con fecha de 13 de abril, le había comunicado: "Ello se tiene ya por acabado, y ansí he enviado a dar gracias al arzobispo" (carta nº 424 de la edición de la BAC). La santa andariega murió pocos meses después, el 4 de octubre de 1582.

Don Fernando nació en Esponzues, una pequeña localidad de Cantabria, perteneciente al municipio de Corvera, en el valle de Toranzo. Estudió teología en Salamanca, siendo discípulo del que también sería obispo de Canarias Bartolomé de Torres. Como dijimos, obtuvo por oposición la canonjía lectoral de Ávila. Aquí conoció a Teresa de Ahumada. La santa se quedó prendada de su sabiduría y lo eligió como consejero, principalmente para asuntos jurídicos. En sus cartas habla de él y lo elogia como a ninguno. Así en carta escrita en Ávila al padre Jerónimo Gracián el 15 de abril de 1578 (carta nº 228), dice: "He hablado al maestro Daza y al doctor Rueda sobre esto de la provincia....Entrambos dicen que les parece cosa recia, si la comisión de vuestra paternidad no trata alguna particularidad para poderse hacer, en especial el doctor Rueda, a cuyo parecer yo me allego mucho, porque en todo le veo atinado; en fin, es muy letrado". Y más adelante, añade: "como dice el doctor Rueda, es el camino y medio recto el del papa u general".

El 22 de junio de 1580, Rueda fue nombrado obispo de Canarias, en sustitución de don Cristóbal Vela que habia sido trasladado a Burgos, como vimos. Antes de partir para las islas se despidió de Santa Teresa. En una postdata de su carta a don Diego de Montoya, residente en Roma, escrita en Burgos a principios de abril de 1582 dice: "Del buen obispo de Canarias, no he sabido desde poco antes que embarcase. Iva bueno" (carta nº 423). Seis meses después, el 4 de octubre, moriría Santa Teresa en Alba de Tormes. De la fatal noticia se enteraría Rueda en Gran Canaria.

Don Fernando llegó a su sede de Las Palmas el 6 de mayo de 1582. Se representaron unas comedias en su honor, escritas por el canónigo y poeta Bartolomé de Cairasco. Como hombre de estudio, propuso al cabildo el 14 de septiembre de 1582 la necesidad de crear un seminario, como había prescrito el Concilio de Trento. Hay datos de su visita pastoral a Gran Canaria (1582), La Palma (1583) y Tenerife (1585). Estando en La Laguna, falleció repentinamente el 16 de junio de 1585. Fue sepultado en la iglesia de la Concepción. El ayuntamiento suspendió "los toros e juegos de cañas que se había de correr el viernes", con motivo de la fiesta del Corpus. Años después hallaron su cuerpo con sus vestiduras, incorrupto, según Peña, Castillo y Viera. Pero actualmente sólo hay en la parte trasera de la iglesia una losa en el piso que dice "Obispo Rueda". En este Año Jubilar Teresiano sería oportuno y justo colocar una lápida en la iglesia lagunera, recordando al obispo de Canarias y consejero de Santa Teresa de Jesús.

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