El camarero acusado de matar de una cuchillada a José Espino Lorenzo en un bar de la calle Churruca el pasado 27 de abril tras tomarse una copa y después de que el día anterior hubiera mantenido con la víctima una discusión en el mismo lugar, Humberto Antonio Gutiérrez, justificó ayer su comportamiento en que es un alcohólico, un "vicio" que tiene desde que era una adolescente por una infancia "muy dura". El hombre, de nacionalidad colombiana y conocido como Beto, se defendió así de la acusación de asesinato que le imputa tanto la Fiscalía como la defensa de la familia del fallecido en el primer día de juicio oral, que se celebró con jurado popular en la sección primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas.

El juicio, presidido por el juez Miguel Ángel Parramón y que sirvió de clase práctica para los estudiantes de Jurídicas, prosigue hoy con el interrogatorio de los testigos.

El acusado, que solo respondió a las preguntas de su abogado, suplicó "perdón a la familia" y al jurado, mientras sollozando dijo que no fue consciente de lo que hacía y que nunca había hecho daño a nadie porque era creyente. "No soy quién para quitarle a nadie la vida. Dios nos la da y nos la quita. Suplico perdón a la familia y a ustedes, tengo mis hijos, un hermano invalido, mi madre mayor . Yo con mi trabajo les colaboraba y caí en este vicio, pero aún me necesitan". El hombre, que admitió la autoría de los hechos tras ser detenido, se enfrenta a la petición de 17 años y 6 meses de prisión y de una indemnización de 20.000 euros al hermano del fallecido -no tenía familia directa- por parte de la Fiscalía, mientras que el abogado de la víctima solicita 20 años de cárcel y el pago de 120.000 euros.

A dicha petición se sumaría la de quebranto de pena ya que, en el momento de los hechos, el acusado se encontraba cumpliendo condena por un delito de lesiones contra su mujer, delito por el que había sido juzgado dos meses y medio antes.

El abogado de Beto, Alejandro Pérez, se remitió al filósofo José Ortega y Gasset y su archiconocida tesis de "soy yo y mis circunstancias" para alegar que desde muy joven sufrió el "acoso, las mofas y los insultos" de la gente por su aspecto físico y mental y que es una persona alcohólica. "Ese día tenía una gran borrachera, distinta a las otras porque se había separado de su mujer por culpa del alcohol y porque se sintió agredido el día anterior por el propio fallecido. Pero nunca fue su intención acabar con la vida de José Espino", dijo el abogado defensor.

El acusado reconoció ayer que el día previo a los hechos había ido al mismo bar y allí había discutido con el fallecido, quien le insultó. "Me llamó cantinflas, payaso y me agredió", señaló, aunque reconoció que hicieron las paces tras el altercado. "Me brindó una cerveza pero yo tenía que irme", comentó.

Los hechos que se juzgan ocurrieron el pasado 27 de abril de 2014 cuando sobre las 17.30 horas el acusado, de profesión churrero, llegó al bar Santa Bárbara, situado en el número 40 de la calle Churruca. Allí se sentó a tomar una cerveza con un cliente y le manifestó su intención de "pillar a un man porque tenía ganas de pegarle".

Sobre las 18.00 horas llegó José Espino Lorenzo, con quien había discutido el día anterior, y Humberto le pidió que saliera fuera. Cuando ambos se encontraban en la puerta, Humberto le asestó una puñalada a José con el cuchillo que traía escondido a la espalda sin tiempo a que éste reaccionara. La cuchillada fue mortal. Los clientes del bar le quitaron a Humberto el cuchillo y éste huyó del lugar de los hechos.

Tanto la Fiscalía como el abogado de la familia de Espino incidieron durante su exposición en la intención del acusado de hacer daño ya que llevaba un cuchillo escondido para utilizar. "Se lo clava con fuerza, no lo digo yo, lo dicen los forenses", indicó la fiscal Beatriz Sánchez, quien añadió que la víctima "no tuvo capacidad de reaccionar a lo que se le venía encima". Y ante el estado de embriaguez del acusado, que podría servir de atenuante, aleccionó a los miembros del jurado a que había que probar el número y el efecto que le provocaron porque no todo el mundo responde igual a la bebida. "Yo bebo cuatro cervezas y me duermo", argumentó la fiscal.

En la misma línea se expresó el letrado de la víctima, José Antonio Zambrano, que insistió en la alevosía y en la poca empatía por la vida de Espino. "Los enfermos de alcohol no llevan cuchillos, no es normal que el acusado se vaya a beber después de acuchillar a la víctima", expuso.