La compañía Ence Energía planea una inversión de 150 millones de euros en el Puerto de Las Palmas: un esfuerzo económico destinado a levantar la mayor planta de biomasa de España. La multinacional, firma líder en la producción de energía eléctrica a partir de residuos forestales, ha presentado en La Luz un ambicioso proyecto para ocupar 48.084 metros cuadrados en el extremo norte del recinto portuario, junto al dique Nelson Mandela. Allí prevé construir una gran caldera de más de 60 metros de altura para quemar un volumen de medio millón de toneladas de astillas al año.
Ence ya solicitó el suelo en noviembre a la Autoridad Portuaria de Las Palmas, que desde ayer expone de forma pública el proyecto. Su objetivo es el de edificar una gran planta de energía renovable con una capacidad de 70 megavatios, superando de este modo la potencia de otras instalaciones que esta misma firma tiene en funcionamiento en Huelva (50 megavatios) o Mérida (20). El complejo vertería su caudal eléctrico a la central transformadora de Endesa en el Muelle Grande, con una conexión que también tiene previsto ejecutar Ence. Su producción acabaría de este modo en la red eléctrica general.
En total, el esfuerzo inversor de Ence, según consta en la documentación presentada en La Luz, es de 149.720.000 euros. Sólo la caldera costará 45 millones de euros, quince más, por ejemplo, que el emblemático acuario que la familia Kiessling planea construir en el muelle del Sanapú. Una turbina de vapor de 14 millones de euros, un emisario para verter el agua de mar empleada en refrigeración del complejo cifrado en 2,2 millones y obras civiles por importe de 28,4 millones más completan, entre otras actuaciones y equipamientos, el proyecto final.
La planta de energía renovable se alimenta en su mayor parte de desechos forestales importados en barco (se prevé que, en su mayor parte, desde África). Astillas que un buque deja en el dique Nelson Mandela -que es como se ha rebautizado a La Esfinge-, para que una cinta transportadora automatizada de 1.146 metros de largo la desplace hasta la concesión de Ence a una velocidad de entre dos y tres metros por segundo. Esta cinta se situaría a una altura mínima de cinco metros tras el espaldón del muelle.
Los cargamentos de astillas se depuran en un almacén semiautomatizado con una capacidad de medio millón de toneladas. Una vez limpio, el combustible de la planta se deriva a un silo complementario. Y, finalmente, a la caldera, de 80 metros de largo por 35 de ancho y 55 de alto, con una chimenea que llega a los 65. El vapor generado con la quema se transforma en energía eléctrica, que la planta termina vertiendo en la red general. Para alimentar la planta Ence prevé hasta 14 atraques al año de un buque maderero, con un movimiento total de 560.000 toneladas de astillas.
Al tiempo que el promotor espera por el suelo, su proyecto deberá superar numerosos filtros medioambientales. En el expediente ya figuran los requerimientos en este sentido del Gobierno canario, el Cabildo de la Isla o el Ayuntamiento de la capital grancanaria. La Dirección General de Protección de la Naturaleza del Ejecutivo regional ha advertido de la necesidad de evaluar los efectos la turbidez del agua durante las obras, y el aumento de la temperatura cuando la planta comienzo a funcionar. Con todo, la Autoridad Portuaria ha informado de que "está plenamente justificada la instalación de una planta industrial del tipo descrito".
Estas instalaciones tienen horizonte de 560.000 megavatios/hora de producción anual bruta. La previsión de Ence es que estén acabadas y comiencen a funcionar en 2018, con un volumen de negocio neto de unos 14 millones de euros al año. Será la planta de esta suerte de energía renovable más importante en toda España.
