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Entrevista. Hijo predilecto

Alfonso Medina-Fernández; "Me siento orgulloso de que la plantilla de nuestros hospitales sea de la cantera"

"El enfermo es portador de una información que no dan las máquinas de hoy en día", señala el Jefe del Servicio de Cardiología del hospital Doctor Negrín

El cardiólogo Alfonso Medina-Fernández, en su despacho. JUAN CARLOS CASTRO

¿Se le aceleró el corazón cuando recibió la noticia del premio?

No. Lo más importante es el reconocimiento, es un premio muy entrañable porque para la ciudad es un nido, mi hogar, el lugar donde he hecho mi profesión y me siento un privilegiado de vivir.

¿Siempre tuvo claro que acabaría en su tierra?

Estudié en Granada porque era la facultad más competitiva y al finalizar la carrera me fui a Madrid, a la Fundación Jiménez Díaz, que entonces era un hospital de enorme prestigio y pionero en la especialización. Luego di un nuevo salto con una beca hispanoamericana a Dallas (EEUU), donde profundicé en la cardiología pediátrica y unidades coronarias y tuve una oferta para quedarme, pero la emigración de aquella época era muy dura, había que esperar a que llegaran las cartas y sentía una nostalgia permanente por lo que volví a Madrid. Allí coincidí con el doctor y anestesista Manzano, que me propuso regresar y organizar el servicio de Cardiología en el Negrín. Y, de repente, sentí el olor de Las Canteras, la luz de la ciudad; pensé que era demasiado joven para asumir esa responsabilidad, pero siempre tiene que haber alguien que crea en ti, más cuando eres joven. Y me vine con lo puesto, renuncié a mi plaza, y empezamos a trabajar.

Y regreso.

Sí. Comenzamos a montar todo. Reconvertimos equipos de rayos para hemodinámica, introdujimos la ecografía, las pruebas de esfuerzo, el holster, la cirugía cardiaca y muchos de los cardiólogos importantes que hay hoy, como el jefe del servicio de cardiología del Clínico; el de Mallorca, completaron aquí su formación. Se hizo un equipo muy sólido, todavía no se había producido la descentralización de los servicios sanitarios en España. Íbamos a un congreso y nos decían que teníamos mucho mérito, aunque yo no lo veía así, pero eso me produjo un enorme estimulo y, en 1982, solicitamos la acreditación para la formación de médicos residentes. A partir de ahí hemos tenido dos o tres cada año. Prácticamente toda la plantilla del Negrín es de la cantera, también la del Pino, la del Insular. Me siento orgulloso de ello porque los profesionales tienen una gran credibilidad.

Han creado escuela.

Creo que sí. El otro salto cualitativo fue en el 86/87 cuando nos unimos al hospital Reina Sofía de Córdoba, que tiene un gran prestigio en el área cardiológica e intervencionista. El responsable del servicio, Suárez de Lezo, había vivido una peripecia similar a la mía y volvió a su tierra. Porque entonces cuando decías "me voy" te decían: "piénsatelo bien".

¿Era como volver hacia atrás?

No lo entendían porque te volvías a encontrar con un estadio primitivo de la Medicina. Hay que darse cuenta que, entonces, muchos de los procesos se hacían en Madrid. En Canarias siempre ha habido médicos importantes, pero, especialmente en Gran Canaria, faltaba la facultad de Medicina, existía solo la parte básica. Esta es una ciudad con talento individual y muy proyectada hacia el exterior. En aquella época la insularidad penaba mucho la vida científica, la artística. Todo llegaba más tarde, ahora estamos hipercomunicados. Es un privilegio haber vivido lo suficiente como para haber visto el impacto de esa transición y haberte adaptado a la modernidad. Entonces decidimos crear una unidad de investigación clínica de cardiología intervencionista que llamamos Corpal por las dos ciudades. Fuimos pioneros en que dos hospitales se asociaran para acumular experiencias de pacientes tratados y sacar conclusiones y eso nos ha transformado en una potencia investigadora en España.

¿Por qué se hizo médico si en casa eran todos abogados?

Tengo otro hermano, pero fui el precursor. Fue una visión muy tierna, porque mi familia era numerosa y era un ritual que llegara el pediatra, el doctor Juan Vega; lo observaba desde la distancia. Entonces los médicos tenían herramientas terapéuticas muy limitadas pero tenían una formación clínica sólida en los procesos infecciosos y además eran consejeros. Y se empezó a gestar la idea de ser médico. Luego tuve un hermano que nació con una cardiopatía congénita y murió, pero lo tuvimos que cuidar. Era un niño, pero el sentirme cuidador de un niño azul también me marcó. No lo dudé cuando acabé el Bachillerato, no podía ser otra cosa con esas vivencias. Por eso les pregunto a mis residentes si son médicos con vocación o por accidente. Vocacional es aquel que solo ve un camino, y es un placer trabajar en ello. La Medicina da una posición idónea para el que reflexiona acerca de uno mismo y los demás. Ese aspecto humano es terriblemente seductor. Se lo digo a los residentes, lo que tu haces con un paciente no se repite en otras profesiones porque cuando el enfermo llega a ti necesita, no solo ser curado, sino ser entendido. Esa relación no te debe abrumar porque tienes que ser objetivo, pero es algo muy gratificante. Si algo define la profesión es: curar cuando se puede y acompañar y tratar de tener una visión de la vida lo suficientemente amplia como para dar respuesta a todo lo que tiene sentido para el ser humano. De ahí su atractivo. ¿Qué ocurre hoy?, que la hipertrofia de las técnicas de imagen y de diagnóstico hacen que el médico tenga una tendencia a no cultivar eso y el enfermo es portador de una información que no lo dan las máquinas, que son sus síntomas, cómo lo describe. Y, luego, las decisiones, paradójicamente, no son simples porque ahora ante un problema existen varias soluciones. Ahora el médico excelente es el que es capaz de diagnosticar después de haber analizado toda la evidencia científica en función del paciente, su edad, sus hábitos y otros parámetros.

¿Conocemos todo sobre el corazón tras la expansión que ha tenido la cardiología?

En Ciencia, como en el Arte, siempre se descubre algo que no es apreciado en su momento. Pero en la Medicina, no. Procedimientos que se hacían hace 40 años y que pensábamos que eran excelentes están hoy obsoletos. Pero es que incluso puede ocurrir que la enfermedad coronaria como tal se erradique en cien años. El conocimiento médico sufrirá en los próximos 20 años cambios brutales en cuanto a la prevención y al tratamiento. Sería de una cortedad enorme que esta generación dijera que hemos llegado al límite. Aconsejo a los residentes que reflexionen sobre su rol en la Medicina ya que tendrán que adaptarse a una forma de trabajo con la introducción de aparatos telemáticos, robotización en el diagnóstico. Por eso habrá que tener líderes en los hospitales porque de nada sirve tener máquinas si detrás no existen personas con ideas de presente y de futuro. Por eso hay que defender a los hospitales, porque si tienen calidad, la tendrás tu y tu entorno.

Y, en ese sentido, ¿ la sanidad canaria goza de buena salud?

El Negrín, que ya ha realizado su primer relevo generacional, tiene una buena salud. Pero es evidente que habrá que apoyarla y apoyarse en una generación de médicos que demuestren sus cualidades como médicos, que practican técnicas concretas, con vocación docente, con ganas de interactuar con otros países. Una visión grande como ocurre en el fútbol. En el que no hay solo un colectivo de 11 personas, sino de 22, que sufre presiones económicas, que estás arriba o abajo, donde el entrenador tiene que mandar a la plantilla para ver qué demandan como colectivo e individualmente. De nada sirve tener un buen servicio de Cardiología si el hospital, en general, va mal.

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