Suena la música por el altavoz. Es la señal. Como si de un batallón se tratara, las flamencas, las bailarinas, los vikingos, los zombies y Charly, el único perro que participa, se dirigen hacia el pantalán. Como grito de guerra corean el nombre de una de las personas más populares en el Muelle Deportivo y al que, además, le deben el motivo por el que todos se encuentran allí.

No es otro que Pedro Pérez Abrante, al que todo el mundo conoce por Texaco. "¡Pedrito, Pedrito!", se escucha varias veces. El ambiente está animado. Solo queda subirse a los botes y dar comienzo a uno de los eventos más esperados en la bahía: la regata (o batalla naval) de los dinghies. Qué gane el mejor... o el que lleve más munición de harina y gofio mezclada con agua.

Mientras los curiosos, que son bastantes, se agolpan, los valientes revisan sus embarcaciones y se preparan para tomar posiciones. Los más rezagados apuran sus cervezas y refrescos. Los más espabilados empiezan a lanzar los primeros globos de agua a los que tienen al lado. De hecho, los hay que no han puesto un pie en su pequeño navío y ya están empapados o llenos de una pasta blanquecina. La guerra comienza sin tan siquiera haber remado por lo que desde el primer momento las risas están servidas y el pringue también.

Y es que hay que ir preparados par a la ocasión. Es decir, ponerse el disfraz y preparar la mayor cantidad de papilla posible para lanzársela a los contrincantes y ganar la prueba náutica que este año celebra su trigésimo tercera edición. Ni más ni menos que 25 kilos de harina y 80 globos llenos de agua tienen Carmelo Guerra Artiles y sus amigos como artillería ligera que no dudan en usar en la regata de los dinghies. Claro que no son los únicos y solo hay que ver cómo quedan sus clásicos trajes de flamenca de color rosa con los que siempre acuden ataviados y con los que suelen ganar la competición, según Guerra Artiles. "Este año hemos introducido una novedad especial", cuenta totalmente enchumbado. Se refiere a la balsa con una palmera en el centro que construyeron apenas 48 horas antes y que, sin probarla ni nada por el estilo, ha soportado el peso de una docena de hombres más su cargamento de papilla en grandes cubos.

Juan Carlos Medina, sin embargo, navega en solitario en lo que él mismo llama "el barco de la crisis" y que, básicamente, es un flotador. ¡Ojo!, de los resistentes. De hecho, nada le ha impedido desplazarse por el mar, acompañado por su sombrilla amarilla, y regresar de los primeros al embarcadero minutos después.

Y es que este año, lo que se dice una regata no es lo de los dinghies. "El viento del sureste" impide a los participantes llegar a la línea de salida. Eso, o los baldazos de agua que se pegan todos desde el primer minuto. Al final no suena la bocina que anuncia el inicio de la carrera, pero lo importante, con competición o no, es que se nota que todo el mundo lo está pasando bien. Desde los que están en el agua, tirándose misiles pegajosos y húmedos, hasta los que están a salvo grabando con sus móviles y cámaras el espectáculo acuático.

Charly, el único perro que participa en la prueba, cuernos de vikingo incluidos, también disfruta de lo lindo. Y hasta se tira al agua en varias ocasiones para darse un chapuzón. "Le encanta el agua", asegura su dueño Javier Roldán, propietario de un negocio en el Muelle. Ambos, por fin, se han estrenado en la regata dinghie este año junto a varios amigos. "Pero es algo que llevo pensando tiempo", aclara Roldán mientras los cubos se vacían a sus espaldas, literalmente.

Por el contrario, Luis Jiménez es todo un veterano en la materia. Hace más de dos décadas que se embarca disfrazado en esta corta (pero intensa) intensa aventura. El año pasado, tocó ir "de la Rama de Agaete" y no faltó el papagüevo con la cara de Pedro Texaco, según cuenta. Este, le ha tocado el turno a una serie que, asegura, les tiene "enganchados" tanto a él como a sus acompañantes Victoria García, Davinia García y Daniel Mendoza: The walking dead. De manera que a la cita no faltan los zombies, ni tampoco los personajes de Rick Grimes (interpretado por el actor Andrew Lincoln) y Michonne (al que da vida la actriz Danai Gurira).

Y todos ellos, absolutamente todos, otorgaron a los presentes uno de los broches finales más divertidos que pueda haber. Porque la guerra no acabó en el agua. Ya en tierra, justo al lado de gasolinera, la mojadera continúa y de ella no se libra ni el precursor del evento. Pedro Texaco, empapado de los pies a la cabeza, no puede ocultar su cara de felicidad. Y es que hace más de tres décadas que se celebra la regata que a él se le ocurrió en 1981, "un domingo solo en la estación", viendo navegar a un par de señores.

Desde entonces, la competición se ha consolidado como una auténtica tradición, que comparte escenario con la Atlantic Rally for Cruisers (ARC). Es más, varios de los regatistas de esta prueba se animan a tirar globos de agua desde sus botes. Si bien la mayoría de los que participan en los dinghies son de la tierra. "Los canarios, cuando ven tanto palo, ya saben que es la regata de Pedro Texaco", asevera quien creó el evento que se celebra en el Muelle Deportivo, pero tan solo ha participado una vez en él, concretamente en la segunda edición. "Yo estoy aquí dirigiendo con la batuta".