"Del susto, ni la propia perra ladró". Así lo cuenta María del Pino Mentado, vecina de La Isleta, que hace unos días vio como a su perra se la tragaba literalmente la tierra en un instante cuando daba un paseo casi al anochecer con su novio y su hijo. "Vimos un tomatero lleno de cherris, íbamos a verlo y la perra se nos adelantó y, de repente, desapareció". María del Pino dice que, tras unos segundos de perplejidad, descubrieron al apartar unos matos que la perrita había caído a un agujero. En realidad, una alcantarilla que se encuentra sin tapa en pleno descampado, en la ladera entre la carretera que sube a Las Coloradas y la Base militar General Alemán Ramírez.

María del Pino reconoce que la perra, un bull terrier de color blanco llamado Gracie, les salvó a ella, su novio y su hijo la vida al adelantarse a husmear, ya que alguno hubiera podido haber caído en el boquete puesto que es un área por el que habitualmente suelen salir con sus mascotas a pasear. "Gracias a Dios fue la perra y no nosotros", reconoce la joven, que asegura que la zona es muy popular entre los vecinos de La Isleta que tienen canes para dar un paseo.

La perra salió sana y salva del agujero gracias al novio de Mapi, que tuvo que meter medio cuerpo en el agujero para sacar a la perrita, que del susto ni ladró. Lo único que la ocurrió fue que salió toda negra -es blanca- , ya que el agujero estaba lleno de lodo y cieno.

"Hubo que ducharla porque salió toda negra, olía hasta mal", indica María del Pino, que se ríe ahora del incidente, mientras se pregunta qué hubiera pasado si en vez de su bull terrier, que tiene cinco años, se cae su chihuahua. "Se salvó porque ella es más dura".

La alcantarilla, que se encuentra rodeada de tomates cherry como si de una huerta se tratara, es ahora visible gracias a María del Pino y su novio, que al día siguiente de ocurrir el suceso, fueron a despejar el hoyo de los tomateros para que ningún vecino o su perro les vuelva a ocurrir lo que a ellos, o haya un suceso más grave del que haya que lamentarse. La fosa, que tiene más de medio metro de profundidad, es fácilmente localizable ya que está cerca de una palmera que se halla aislada de un grupo de la misma especie junto a los restos de varios edificios y de una vieja carretera, por la que se prohibe el acceso con una gran piedra.

Hasta que uno no se acerca al lugar no se ve el agujero ya que la alcantarilla se mimetiza con las hierbas y rastrojos que hay en el terreno. En el interior de la arqueta se visualiza perfectamente una tubería que baja de la montaña, casi en línea recta desde la base militar, y, de otra, que desciende hacia La Isleta. Ayer mismo apenas corría agua por la alcantarilla, salvo un pequeño hilo.