La clase de los tomates y la de las berenjenas de la escuela municipal Infantil Los Pitufos hicieron honor a su nombre al convertirse en las pioneras en dejar atrás las aulas para recibir las primeras lecciones de cultivo en el huerto urbano del barrio capitalino El Polvorín ayer por la mañana.
Gracias a la cercanía entre la escuela y la zona de cultivo, pared con pared, los más pequeños de dos y tres años han comenzado a aprender de primera mano la procedencia de lo que comen bajo un proyecto cuyo objetivo principal está encaminado a que los niños y niñas conozcan el proceso de cultivo de forma participativa. "Es importante que estén en contacto desde pequeños con la tierra y la naturaleza, que vean de dónde sale la fruta, las verduras y las hortalizas que después consumen", comentó Lourdes Armas, concejala de Educación.
Con una rueda de reconocimiento del huerto se inició el programa de actividades, donde el sol radiante no fue impedimento para que los más pequeños no dudasen en preguntar, oler, coger, tocar y hasta probar las diferentes cosechas que estaban en siembra. Durante media hora dos días a la semana hasta el mes de junio, los 54 alumnos en grupos de 18, acompañados de sus profesores, tendrán la oportunidad de trabajar codo con codo con los horticultores de la zona, residentes en el barrio y jubilados en su mayoría, lo que facilita un intercambio intergeneracional, un factor social que enriquece la puesta en marcha de la iniciativa.
Tras el reconocimiento del huerto de ayer, en próximas actividades entrarán en contacto con el semillero y la lombriz compostera para el abono de la tierra. De esta manera, se familiarizarán con los útiles de cultivo y regadío. Gracias a la cesión de una parcela por parte del área de Medio Ambiente, ellos mismos cultivarán la tierra. "Es una forma de contribuir a desarrollar una sociedad más sotenible", agregó Pilar Álvarez, responsable municipal de Sostenibilidad.
Oliendo las plantas aromáticas, los pequeños agricultores culminaron su primera jornada.
