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Entrevista a Jesús M. Villegas Fernández

"El poder ejecutivo ha colonizado todos los sectores de la sociedad"

"A los jueces nos duele que se confunda la justicia con la administración judicial del día a día", asegura el magistrado en Instrucción en Guadalajara

El magistrado Jesús M. Villegas, ayer en la sede de la Económica. QUIQUE CURBELO

¿En qué se basa usted para decir que la Justicia de este país está amordazada?

El título del libro es una metáfora literaria, aunque no es una mera invención. Se basa en un artículo de la reforma del Consejo General del Poder Judicial, que finalmente no salió, en el que se decía que a los jueces se nos iba a prohibir a hablar de las resoluciones judiciales. El control de la política, de la justicia, está en manos del Gobierno.

¿De un gobierno de izquierdas o de derechas?

Hablamos de política en términos generales. El poder ejecutivo es uno de los poderes del Estado. No solo ha colonizado la justicia, sino todos los sectores de la sociedad. El libro es una denuncia contra ese afán metastásico de lo político, que se extiende como si fuera un cáncer por toda la sociedad por una estructura deficiente de sus propios principios.

¿Alguno de ellos controla más?

La clave del libro, como le dije, es la reforma del Consejo General del Poder Judicial, el máximo órgano del gobierno judicial; que nació con una composición mixta - mitad de sus componentes elegidos por los jueces y mitad por los políticos-, que no era perfecta pero al menos era equilibrada. En 1985, la reforma del Consejo, promovida por el poder político, ha desequilibrado esta composición. Si bien la reforma la promovieron los socialistas, cuando el Partido Popular llegó al poder con mayoría absoluta no la reformó. Por lo tanto, tanto monta, monta tanto.

¿Los ciudadanos son conscientes de que el ejecutivo amordaza a la justicia?

No venimos de descubrir nada nuevo. Lo sabemos desde hace tiempo, y es escandaloso. A los jueces nos duele que se confunda el poder judicial con lo que es la administración de justicia, con su día a día. Esa contaminación se extiende a la propia administración de justicia. Para que lo entienda. La prensa conocía antes que los propios jueces quién iba a ser elegido como presidente del Poder Judicial. Ese intercambio de cromos entre los partidos políticos, en el que se ponen de acuerdo sobre qué magistrado va a ocupar el cargo, genera una imagen de desconfianza ante los ciudadanos.

¿Esto solo ocurre en este país o es propio de las democracias occidentales?

Este país no es perfecto, aunque yo siempre he defendido el modelo español. La Constitución tiene unos principios que al desarrollar la ley orgánica del poder judicial se pervirtieron.

¿ Cree que los partidos que aspiran a ocupar el poder en la nueva legislatura estarán dispuestos a resolver esta cuestión?

Quiero creer que lo resolverán. Estamos viviendo un momento muy bonito porque todos están empezando desde cero. Tanto los partidos políticos emergentes, porque son nuevos, como los tradicionales, que han tenido que hacer frente a los nuevos tiempos. No es solo una defensa de la democracia, a los partidos políticos les interesa que la justicia sea independiente para que exista un espacio mental donde poder diferenciar las cosas. Les beneficia tanto si están en el poder como cuando ese partido político pasa a la oposición.

¿Qué opina de lo que se ha descubierto de Manos Limpias, que ejerce de acusación particular en el caso Noós, en el que se juzga como acusada a la Infanta Cristina? ¿Afectará al juicio?

Hay que tener las ideas muy claras respecto a este tema. En primer lugar, el que la parte que ejercita la acción popular sean unos mafiosos ni quita ni pone respecto a la acusada. En segundo lugar, la acusación popular hay que mantenerla; no hay que suprimirla por su mal uso porque es una garantía de los ciudadanos. Y, en tercer lugar, da miedo pensar que pueda haber una organización que, amparándose en la honestidad, sean luego unos mafiosos. Debemos ser firmes; no solo contra los partidos políticos, sino también con los ciudadanos que ejercen la corrupción.

¿Qué imagen cree se está dando con los casos que están apareciendo en los Papeles de Panamá?

Es un tema que conozco menos. Pero, en su origen, los Papeles de Panamá tiene que ver con el secreto profesional, no tiene un origen delictivo, en principio. Aunque hay que ver si lo hay o no en cada caso. Y hay técnicas para hacerlo. El caso de los Papeles de Panamá lo que nos tiene que hacer es reflexionar. Están apareciendo cosas que no son delictivas, pero que nos repugnan como ciudadanos. Va más allá de la ley, de una regeneración moral de la propia sociedad. Porque si queremos que haya políticos limpios, la sociedad también tiene que serlo. Y, para eso, hay que hacer una labor docente; si no cuidamos eso no vamos a lograr nada.

Ponía antes como ejemplo de que la justicia está amordazada por el ejecutivo el que los medios de comunicación conocen antes quién ocupa el máximo órgano del poder judicial que los propios magistrados, pero también existe siempre un debate abierto en hasta dónde tienen que llegar los medios de comunicación en asuntos judiciales, ¿cuál es la frontera?

Defiendo el papel de los medios de comunicación como el de la Justicia. Hay un paralelismo entre las dos profesiones; el papel de la prensa es muy parecido al de un juez. Tiene unos hechos, tiene que investigarlos, contrastarlos, construir un relato que siempre estará más o menos sesgado en función de la opinión del periodista, de los intereses del medio para el que trabaje, de la opinión pública. Los gabinetes de prensa jurídicos están ayudando mucho en esa tarea; entre otras cosas por los términos técnicos que utilizamos. Hay que buscar un término medio y eso se consigue con el esfuerzo de todos. Yo lo hago como juez, el no dejarme influir por la opinión pública. Pero no somos dioses somos seres humanos.

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