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Arte Retratos de la ciudad

La humanidad viaja en guagua

Ana Fernández acerca al ciudadano la realidad que a diario se vive en el transporte público de la capital a través del medio centenar de fotos que integran la muestra 'Próxima parada'

La humanidad viaja en guagua

Las historias siempre están ahí, hay que rastrearlas con ahínco para encontrarlas. Durante más de dos meses, la fotógrafa Ana Fernández ha estado en busca y captura de todas esas vivencias en un entorno poco fotografiado, pero habitual para los habitantes de la ciudad, las guaguas.

Con una cámara como única arma y una eterna sonrisa, esta gaditana afincada en la Isla desde su infancia ha conseguido penetrar en lo más íntimo de muchos usuarios del servicio municipal de transporte, que le han relatado con lujo de detalles su día a día.

Niños, adolescentes, trabajadores, ancianos, deportistas, chóferes y padres adoptivos se unen en una exposición que les hace protagonistas. "Siempre tendemos a hacer sesiones fotográficas de arte en donde el protagonista, si es una cuestión de empresa, o es un trabajador o determinados elementos de la misma, pero nunca el cliente", explica la orgullosa autora antes de añadir que, precisamente, son los clientes "quienes mantienen vivas a las empresas".

El trabajar con la cotidianidad es siempre complicado porque en cualquier momento se puede convertir en artificialidad. No obstante, Ana asevera que todos sus personajes representan fielmente lo que estaban haciendo cuando se los encontró. "Hay otras personas que posan y me parece maravilloso, como el niño pelirrojo, que como imagen me parece de las más bonitas de la exposición", apunta.

Ese niño pelirrojo es Daniel, un chaval con sangre canaria y alemana al que le gusta coger la guagua para ver tráfico, algo que no es habitual en su pueblo natal de las montañas teutonas. También posa Delia, una entrañable abuela que venía a clases de guitarra cada día desde Gáldar, cogiendo dos guaguas en la aventura. Al verse rodeada de esos chicarrones trajeados, su reacción fue la de una adolescente pícara, sonreír socarronamente y revelar su juventud.

La clave para conseguir captar la esencia de la gente, según Fernández, es tener una empatía enorme. "Te dejas la energía por completo porque acceder a esa gente requiere un esfuerzo brutal", asegura. Encontrar el hueco para sacar fotos es muy difícil para una trabajadora, a no ser que se cuente con la fortuna de "tener unos jefes maravillosos". "Me daban un poco de cancha para que, en los tiempos en que tenía un rato libre en el trabajo, pudiera hacer cosas", completa.

En algunos momentos, continúa, tenía que pedir el mediodía libre para "sacar una serie de fotografías de horario laboral que de otra manera no podía tomar". Así, consiguió contar la historia de Marta, Gabriel y Ezequiel, tres hermanos muy unidos y con un gran vicio por los helados. Con sus Kontikis y su Maxifresa, estos adolescentes consiguieron arrancar una sensación de ternura en Fernández, puesto que estaban esperando la guagua tras haber acudido, en comuna, a la compra.

La autora asegura que muchos de estos protagonistas ya le han felicitado por su labor. "Les contaba que iban a formar parte de un proyecto", afirma. Esto le permitía pedirles un número, una cuenta de Facebook o un correo electrónico con el que comunicarse con ellos. Otros que no conocían el fin de las fotos se han sorprendido al verse en una guagua y la han buscado en las redes para agradecerle la instantánea.

"Hay historias que no pueden contarse sin emocionarse", relata al ser preguntada por alguna narración que le haya marcado. Se refiere a Hamir y su "segundo padre". Hamir es un joven que acudía a diario al centro Civitas en guagua, y que tenía serios problemas para relacionarse con sus padres, a los que prácticamente no hablaba. Sin embargo, Hamir trabó un vínculo muy especial con ese chófer que le llevaba a Civitas, hasta el punto en que este se ha convertido en su segundo padre. Le ha regalado un suéter de Guaguas Municipales, y siempre se acuerda de él en Reyes y en el día de su cumpleaños. Una amistad muy fuerte que ha hecho el cariño entre ambos.

Aunque Fernández todavía no se ha subido en ninguna guagua con sus fotos expuestas, sí que ha tenido una bonita experiencia con una chica que había visto los retratos en Manuel Becerra. "Me paró y me dijo: 'Perdona, ¿tú eres la fotógrafa de las guaguas?', es la primera persona que me para y me identifica y yo me quedé como '¡Guau!", cuenta con alegría.

Futuras exposiciones

Tras el éxito de este proyecto en colaboración con Guaguas, la fotógrafa ya comienza a pensar en sus futuras muestras. "Hay dos proyectos que tengo en mente que van en esta línea, y que rescatan muchísimo la idiosincrasia de la Isla, la canariedad", aclara con un halo de misterio.

Uno de ellos tendrá "un aire melancólico" en el que trabajará con ancianos. Con el segundo, espera contar "una parte de la historia de esta ciudad", introduciéndose "adentro del todo". También piensa en una tercera obra que sea completamente distinta y es "muchísimo más íntimo". "Voy a hacer que veas personas que no están solo mostrándote su entorno", concluye.

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