¿Cómo surgió la exposición?
Como todas las ideas, surgen de repente. Estuve en la inauguración del museo y pensé que tenía que hacer algo aquí. El nombre del museo -La ciudad y el mar- me sugirió la presencia británica relacionada, evidentemente, con el puerto de la Luz. Empecé a pensar en ello en marzo de 2015 y, posteriormente, a estudiar, a documentarme. Cuando tuve la idea un poco elaborada le presenté un borrador a la concejala de Cultura, Encarna Galván, y le encantó. A partir de ahí empecé a profundizar, a estructurar la muestra y a buscar fuentes escritas, pero también orales y de objetos. Para ello recurrí a la Fedac, donde estuve de becaria durante cuatro años, y me puse en contacto con la iglesia Anglicana, con gente del Club Inglés, donde encontré un entusiasmo enorme en familias de origen británico. Me ofrecieron objetos personales y familiares y, a partir de ahí, monté la exposición. Han sido cuatro meses muy intensos, aunque llevo un año de preparación.
¿Qué es lo que se encontrará el visitante de la muestra, en las que se nos hace referencia al Puerto pero también a aspectos de la vida social y cotidiana de los ingleses?
Yo le doy la misma importancia a la cuestión económica, que como reseñé en la presentación son el Puerto, el turismo y los cultivos de exportación, que a la influencia británica en la vida cotidiana, tanto en el ámbito público como en el privado. De ahí la inclusión de objetos domésticos como colchas, camas, juegos de tocador, así como a la plantación de plataneras y tomateras. No diría que es una exposición sobre el Puerto o la influencia británica en la economía, sino en la economía y en la vida social por igual.
En la exposición hay objetos de colecciones privadas, familias de origen inglés y de la Fedac ¿qué ha sido lo más difícil? ¿Quizás el que las familias prestaran sus recuerdos?
Lógicamente al ser objetos íntimos hay personas reacias a prestarlos, teniendo en cuenta que la exposición dura seis meses. Desprenderte del juego de tocador heredado de tu abuela con el emblema de la familia cuesta un poco, hay que ganarse la confianza, hablar mucho, explicar que van a estar bien seguros, que se van a tratar con cariño y que van a dar la oportunidad a los ciudadanos de conocer una parte importante de su historia. A todos ellos quisiera agradecer su colaboración, también a la concejala de Cultura, que confió en mi y me apoyó, y, por supuesto, a la Fedac y al museo Elder.
¿Hay algún objeto que llame la atención por su particularidad, por su valía o por su unicidad que debería de estar en un museo?
Al ser la vida cotidiana no tenemos obras de arte como una escultura o un pintura; el valor de la exposición es en su conjunto. No hay ningún objeto específico que resaltar.
Hablando con la comunidad inglesa en Canarias que estaba en la inauguración, hacían hincapié en la necesidad de que haya un museo o una sala dedicada a la presencia británica en la Isla debido a la importancia histórica que tuvieron para los grancanarios ¿Qué opina?
Hay una historia pendiente de crear un museo marítimo pero ¿dónde englobaríamos a los británicos? ¿En un museo marítimo? No me parecería correcto porque también intervinieron en otros campos de la vida, sectores económicos, como ya le he comentado. Los británicos desde luego tienen una enorme importancia en la historia de Canarias pero también hay otros temas relevantes. Sin duda alguna tienen que tener un espacio en un museo y yo con esta exposición he querido dar a conocer la importancia de la comunidad británica en la Isla.
¿La exposición va a tener continuidad?
La idea es que en este marco del Museo de la Ciudad y del Mar se pueda profundizar en la historia de la Isla a base de exposiciones temporales de larga duración como es ésta. Hemos empezado con la presencia de la comunidad británica, pero seguro que habrá oportunidades para otros muestras que profundicen en otros aspectos de nuestra historia tan importantes como éste.
