El petrolero marroquí Silver tiene las horas contadas en el Puerto de La Luz. El buque, que encalló en la costa atlántica del país magrebí hace ya más de tres años, está a punto de ser adquirido por una empresa catalana después de que una orden judicial entregara el buque a Astican, donde ha permanecido durante los últimos años, ante la falta del pago de las tasas por ña varada por parte del armador.

En los astilleros el buque ha permanecido durante tres años, en los cuales se le han realizado trabajos mínimos de mantenimiento. El dueño de la embarcación decidió abandonar el petrolero debido al excesivo coste de su reparación. Por ello, un juzgado ordenó que Astican se hiciera con la propiedad del ´Silver´ y ahora unos socios de la empresa Logiscrap, especializada en el despiece de buques, ya han mostrado su interés por adquirirlo.

Antes de su venta, los astilleros han realizado diferentes trabajos de acero para sellar las fisuras que tenía la embarcación, así como las pruebas de estabilidad pertinentes. Otra de las actuaciones ha sido ponerlo en agua a través del sistema de sincrolift, con todas las medidas medioambientales obligatorias, para reconfirmar que está en perfecto estado para ser remolcado, según indicaron fuentes portuarias.

El destino del Silver, de 114 metros de eslora, aún no está claro. Unas fuentes aseguran que podría estar destinado al desguace, aunque, en todo caso, no está previsto que se lleven a cabo dentro de las instalaciones de Logiscrap, situadas en el muelle Reina Sofía del Puerto de La Luz. Otras, sin embargo, aseguran que el estado en el que se encuentra el barco permite seguir haciendo uso del mismo durante unos años, por lo que no se descarta que siga operando. En todo caso, la transacción aún está a la espera de que la autorización definitiva de la Autoridad Portuaria de Las Palmas para su traslado.

Desde un principio, el antiguo dueño decidió desentenderse del arreglo ya que no podía hacer frente a su alto coste. El barco embarrancó el 23 de diciembre de 2013 en la costa marroquí de Tan-Tan, a 221 kilómetros de Lanzarote. En su interior había unas 5.000 toneladas de fuel que había cargado en Santa Cruz de Tenerife y que iban a ser descargadas en el puerto de Ouatia para suministrar a una central térmica. Esta situación abría la posibilidad de un vertido que afectara a la vertiente atlántica de Marruecos. Durante varias semanas, los encargados intentaron varias opciones para reflotarlo. La primera de ellas fue mediante remolcadores. Uno de ellos incluso acudió desde la capital grancanaria. El primer intento resultó en vano ya que el peso de la carga impedía retirarlo de la arena de la playa.

La segunda vía consistió en introducir un generador de energía en la cubierta del buque para volver a ponerlo en funcionamiento. El excesivo peso de esta maquinaria hizo que se evaluara un helicóptero similar a los de Salvamento Marítimo -uno de los de más potencia del mercado-, pero las más de dos toneladas del generador hicieron desistir a los técnicos y a la administración marroquí.

La última alternativa fue retirar todo el fuel desde tierra. Durante cerca de una semana, técnicos procedentes de Holanda se encargaron de bombear la carga de los tanques hasta camiones cisterna, que a su vez lo trasladaron hasta la central. La operación se realizó sin que se produjera derrame alguno y, por ende, sin afectar al medio ambiente. Asimismo, permitió desencallar el barco el 14 de enero de 2014.

La siguiente decisión que tomaron tanto el armador como la aseguradora fue trasladar el Silver hasta la capital grancanaria para llevar a cabo su reparación, aunque ya Derhem Sliman, dueño del buque, anunciaba que probablemente abandonaría el buque al no poder hacer frente a los costes. En todo caso, el barco permaneció dos días navegando a unas cinco millas de Maspalomas, con el consiguiente peligro de hundimiento por los daños sufridos en el casco durante el incidente. Finalmente, el 20 de enero acabó la odisea de este buque, que entró en Puerto y meses después fue llevado al dique seco de Astican.

Desde entonces, el Silver permanecía varado en los astilleros a la espera de una respuesta del armador. Ante la falta de noticias del mismo, y la acumulación de las facturas que debería de pagar a Astican por permanecer en el dique seco, un juzgado determinó recientemente que la compañía portuaria se hacía con la propiedad del buque para así cobrar las deudas contraídas por el dueño del mismo. Ahora, una empresa peninsular pretende hacerse con su propiedad, aunque aún falta por saber cual será su uso.