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Entrevista

"Todavía sigo oyendo mentiras y falsedades sobre los cambulloneros"

Julio González Padrón presenta en la Real Sociedad de Amigos del País su nuevo libro: 'Cambullonero in pectore'

Julio González Padrón. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Cómo surgió esta novela?

Esta es una novela histórica pero patriótica; y ahora diré por qué. Surgió cuando escribía mi primer libro Las Palmas de Gran Canaria: nuestro puerto, nuestra ciudad y cuando llegué al capítulo en el que iba hablar de los cambulloneros me fui al diccionario de la Real Academia de la Lengua para buscar una definición docta. Y empecé a leer: cambalache, cosa mal hecha; una serie de disparates que nada tenían que ver con lo que eran los cambulloneros. Se lo comenté a mi hermano, -Antonio González Padrón- que es miembro de la Real Academia de la Historia y me recomendó escribir a la Academia de la Lengua (RAE). Entonces cogí la definición de Pancho Guerra, escritor de los cuentos de Pepe Monagas que, para mi, es la más exacta y correcta. Y en aquella definición se decía que cambullón es tráfico o trueque de mercancías que se realizan en los puertos y muelles de las Islas Canarias desde botes o chalanas entre vendedores y viajeros de barcos en transito. Y cambullonero: persona que practica el cambullón. Y se lo mandé a la RAE. Me agradecieron mi aportación, pero me dijeron que no la podían tener en cuenta porque mi colaboración no estaba científicamente documentada. Dando una conferencia a principios del 2000 apareció el senador Pepe Macías y le felicité porque había conseguido cambiar el nombre del aeropuerto de Las Palmas al de Gran Canaria y se lo comenté. É lo intentó, pero le dijeron lo mismo.

Y de esa inexactitud 'Cambullonero in pectore'

Sí, aunque he de decir que diez años después de esa correspondencia mi hermano me vino con la sorpresa de que la RAE ¡ por fin¡ había cambiado la definición. No creo que lo hicieran por la carta que les envié pero deduzco que la revisaron. Aunque siendo buena y mejor que la que estaba, la definición que hay ahora la considero rácana y poco aclaratoria. Lo que está claro es que perdieron la oportunidad de haber puesto la definición de Pancho Guerra que es la más exacta y la que yo mantengo. Sin embargo, lo que me decidió finalmente a escribir esta novela fue que hace unos años oí en la radio a un señor, que decía ser licenciado en Historia, que señalaba que eran contrabandistas. ¡Y contrabandistas no podían ser porque en un régimen de puerto franco no cabe esa palabra¡. También hablé con él. Entonces me decidí a hacer un estudio serio de campo de lo que era el cambullonero, a hablar con los que quedaban, las familias, y gente del puerto que los había conocido, y a explicar en conferencias su significado. Y la novela surge de ese estudio.

¿Y de qué trata la historia?

Hay un protagonista, que no existió - Juanito Smith-, un niño de 11 años que acaba de aprobar primero de Bachillerato y descubre el mundo del cambullón en el año 1948. En la novela juego con personajes ficticios y reales como Díaz Casanova, el Picó, Roque Roque, cambulloneros que existieron en el Puerto. Me animé a escribirla también porque un amigo académico de la lengua -José Antonio Gómez- me dijo que la gente joven sabía algo más de lo que ocurría en la historia gracias a las novelas históricas y que por qué no escribía una sobre los cambulloneros. Y de ahí Cambullonero in pectore. Todavía sigo oyendo mentiras, medias verdades y, sobre todo, falsa información sobre este mundo. Por eso digo que la novela es patriótica, porque defiende la verdad, e histórica, porque cuento lo que era este este mundo desde su aparición, en 1884, hasta bien entrado los años 70. La novela es casi una necesidad patriótica por explicar a los jóvenes nuestra rica historia canaria del siglo XX.

¿Por qué surgen los cambulloneros?

España había perdido las colonias de Ultramar y el país estaba en un periodo decante, en Canarias todavía más. La gente solo pensaba en emigrar a Cuba y, más tarde, a Venezuela. Hay una sequía enorme, apenas hay cultivos; se comenzaba a cultivar el plátano, y las necesidades eran muchas. Teníamos, sin embargo, una cosa muy importante y es que todos los barcos ingleses, franceses, alemanes, holandeses que iban a las colonias de África y Asia; no se había construido aún el canal de Suez, pasaban por aquí. Los barcos paraban para hacer lo que se llamaba refrescar la aguada, una parada técnica. Ni siquiera atracaban, por eso Pancho Guerra dice que los trueques se hacían desde los botes. ¿Qué hacían los cambulloneros? pues cambiaban productos de la tierra por alimentos u objetos. Por ejemplo, recuerdo la lata de la mantequilla Rose que conseguía mi padre en el cambullón o el cangrejo rojo, todos los güisquis; de todo. Y algo muy importante: la penicilina, que en España era un producto muy difícil de conseguir y solo para las personas que tenían dinero. La tuberculosis hizo aquí estragos, especialmente en Telde, pero gracias a los cambulloneros se tenía. Fueron personas entregadas a su trabajos, honrados, con un código de conducta que sin estar escrito lo respetaban. Por ejemplo, no se interferían en su trabajo. Es decir, el que vendía o intercambiaba fruta no interfería al pajarero. También es curioso que se organizaban en taifas, en donde había seis o siete personas. Si uno de ellos se encontraba enfermo y no podía acudir a trabajar, entonces se le daba la parte proporcional que se había conseguido en la jornada. Todos esos detalles los cuento en la novela.

¿A qué se debe esa imagen delictiva que ha quedado?

Hubo un asunto de drogas en los años 50 con morfina que, de alguna forma, necesitaron echarle la culpa a los cambulloneros. Y lo digo así porque luego salió a la luz lo que realmente ocurrió. Una familia importante de Vegueta necesitaba para un pariente morfina y los marineros de un barco norteamericano se la vendieron al criado. La policía le detuvo, pero tras la investigación se supo lo que ocurrió y hubo que echarle la culpa a alguien¡ y se la echaron a los cambulloneros!. Y ahí quedó el sambenito. Todas estas historias aparecen en mi libro, que creo es instructivo.

¿Cómo fue ese trabajo de campo previo del que habla?

El estudio lo comencé en 2003 y lo acabé en 2008 porque fue el año en el que se murió el último cambullonero que había en el Puerto. Estuve hablando con familias de cambulloneros que lo habían sido desde chicos, parientes, prácticos y gente del Puerto. Fue un estudio profundo, de labor de campo, porque no había nada escrito al respecto. Estaban organizados, como le dije, en taifas, pero luego había gente al margen. El rey Alfonso XIII fue el primero que los reguló y les dio unos carnés que la gente llama 'carnés negros'; no por nada, sino porque se estaba en una época de escasez y el papel que había era casi marrón. Este carné tenía la particularidad de que no expedía hasta que el cambullón se moría. He querido que todas estas cosas las conociera la gente de Canarias.

¿Por qué en vez de una novela no ha escrito una monografía?

Porque, como le digo, me convenció este amigo académico de la lengua José Antonio Gómez de que, de esta manera, los jóvenes iban a leerlo. Eso sí, me dijo que aunque fuese una novela debía ser riguroso con la historia. Con mis novelas, que ya van siete, nunca he pretendido ganar dinero porque afortunadamente tengo una buena jubilación, sino que me lean.

Todos sus libros están relacionados con el mar, la vida en los barcos y los puertos ¿por qué?

Es un ámbito que conozco y además creo que la gente tiene mucho desconocimiento sobre él. Los ingleses deben su grandeza al imperio del mar y en España también pero, sin embargo, mientras los niños ingleses saben todo del mar aquí hay un gran desconocimiento, incluso se le da la espalda. Y los isleños, tampoco; no sé si porque nos han educado siempre personas foráneas. De la historia del mar se sabe poco pero de la de Gran Canaria nada.

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