"Profe, profe, quedas arrestado". El mensaje salía ayer con contundencia del megáfono de una de las furgones que utiliza el Cuerpo Nacional de la Policía en sus habituales trabajos, aunque con una voz un tanto menuda, que pronto estalló en carcajadas. Difícil saber quién había cometido el desatino en pleno parque de Juan Pablo II a media mañana pero Gabriela Gutiérrez, Alba María Rosario y Patricia Álvarez, de sexto de Primaria del colegio Balmes, se lo estaban pasando ayer bomba aprovechando la jornada de Puertas Abiertas de la Policía Nacional con motivo de la celebración, el próximo día 2, de la festividad de los Ángeles Custodios, patrón del colectivo.

La detención, como cabía esperar, no se llevo a cabo, pero fue uno de los momentos más divertidos del encuentro que tuvieron los escolares con un grupo de agentes para conocer cómo trabaja una de las fuerzas de seguridad que tiene el Estado. Solo había bastado con abrir las puertas de la furgona para que las jóvenes, acompañadas con otros compañeros de clase, tomaran posesión del vehículo, encendieran la sirena porque, si no, no es la policía y manifestarán la contundente frase ante unos 800 escolares de Primaria de once colegios públicos y privados que, como ellas, participaban de la fiesta.

No es la primera vez que las jóvenes tienen a los agentes tan cerca. Hace unos días, un policía del cuerpo les explicó en el colegio los peligros que se esconden en las redes sociales a las que los escolares se han apuntado sin control ninguno. Y tomaron nota. A Daheri María Hernández ya no se la cuela nadie por Instagram. "Me llegó una foto de una señora ligera de ropa y la bloquee. Nunca me había pasado, pero la policía nos dijo que ni contestáramos a ver quién era, porque cogían nuestros datos; que directamente le bloqueáramos. Y fue lo que hice".

La jornada había comenzado para los escolares con unas exhibición de llaves de defensa personal, en la que los agentes demostraron sus habilidades para zafarse de algún ataque o de los impedimentos que pone un delincuente para ser apresado. Llaves de kárate sobre un tatami que hicieron las delicias de los pequeños del Colegio Oficial Alemán, Oakley College, Canterbury, Atlantic Scholls, Isabel La Católica, Centro de Educación Especial Siete Palmas, Los Tarahales y la Escuela Infantil Los Jaimitos, algunos de los colegios que asistieron a la Jornada de Puertas Abiertas.

Pero lo bueno llegó con la exhibición de dos perros de la Unidad Canina, que descubrieron cómo trabajan estos agentes de cuatro patas en la detección de drogas, explosivos y en el hallazgo de personas sepultadas. Y después con el simulacro de un secuestro en directo de una menor y la posterior detención de los malhechores. Una acción policial que levantó un gran aplauso entre la concurrencia, que no perdía detalle desde el Auditorio del parque de Siete Palmas, repleto al completo, de las acciones que deben afrontar estos profesionales del uniforme.

Así lo confirmaron Pino, Miriam, Sofía, Sonsoles, Alicia, Alejandra, Enma y Tomás, de tercero de Primaria del Atlantic Scholls. Ellos también aprendieron algunos mensaje importantes. "Que no hay que robar; que no hay que matar", dijo uno, mientras otro de ellos añadió que tampoco hay que robar "los cables de la luz".

Los escolares tuvieron también la oportunidad en el parque Juan Pablo II de conocer algunas de las herramientas y armas que usan los agentes en su ardua tarea de proteger a los ciudadanos, destapar a la delincuencia y a los terroristas, así como resolver crímenes y otros delitos. Porque las fechorías y los que se saltan la ley están en los lugares más insospechados. Y prueba de ello es la intervención que se hizo precisamente ayer en dos naves industriales de la localidad valenciana de Ontiyent, donde se incautaron 300 kilogramos de marihuana y más de 30.000 prendas de ropa interior falsificadas de una prestigiosa marca, aparte de otras 15.200 en proceso de fabricación y 70.000 embalajes y fotografías para empaquetar.

A los escolares del colegio Isabel la Católica, sin embargo, lo único que les interesaba ayer era ver cómo les quedaba el casco que utiliza el departamento de la Policía Científica cuando tiene que intervenir en el rescate de una persona tras un derrumbe, y que todos querían probarse en la cabeza.

Instrumentos de trabajo

Los pequeños, que no sabían aún leer, descubrieron también cómo nuestra huella personal es un chivato en toda regla si cometemos algún delito sin guantes. Los polvitos mágicos de la policía reflejaron la suya sobre un papel en blanco, que todos guardaron con cuidado y esmero en la mochila para enseñarla en casa.

Entre los instrumentos de trabajo más curiosos, el robot de los Tedax, con el que se hace estallar los explosivos sin daños para las personas, y los aparejos que utilizan los agentes que inspeccionan el subsuelo de la ciudad.

Faltaron a la cita festiva, los agentes de la policía judicial y de la caballería. Y no porque su labor no sea importante y necesaria para mantener el orden social y la seguridad de las personas, sino porque los primeros hacen mucho trabajo de oficina y no son muy entretenidos para los chicos y, los segundos, no existen en Gran Canaria aunque sí en otras ciudades de la Península. A la cita, acudieron, sin embargo, el sudelegado del Gobierno en Canarias, Luis Molina, y los principales cargos del cuerpo en la capital.

Las armas -descargadas- también concentraron el interés de los estudiantes de Primaria. Alguno incluso apuntaba manera simplemente en el manera de cargarla y echársela al hombro, aunque no tanto sobre qué o quién se apuntaba. Lo mismo ocurrió con los vehículos terrestres que utilizan los agentes. A media mañana, el sonido de las sirenas y de las pitas inundaba la tranquilidad del parque público.

La fiesta de la Policía Nacional fue todo un éxito, a pesar de que algunos estudiantes acudían por segundo año consecutivo al parque Juan Pablo II para celebrar la festividad de los Ángeles Custodios. Y para llevarse un recuerdo de la jornada nada mejor que una foto con los compañeros de clase. El escenario perfecto no fue otro que un helicóptero de la policía al que, por supuesto, no subió nadie. Fue la única orden que dieron los agentes.