Un conductor de funeraria acusado de homicidio imprudente sostiene que no vio a la mujer atropellada en Las Perreras. "Sentí un golpe metálico y pensé que había chocado contra un carro con chatarra. No la vi", declaró ayer José Ignacio S. D. durante la vista oral celebrada en el Juzgado de lo Penal número 1 de Las Palmas de Gran Canaria. Por eso, asegura, no se bajó a socorrerla. También niega que fuera rápido y que estuviera cansado por las once horas de trabajo.

El juicio, tras la declaración del acusado, fue aplazado hasta abril por la magistrada ante la imposibilidad de ver el vídeo grabado por la cámara de seguridad de la empresa fúnebre.

La fiscal de Seguridad Vial y la acusación particular preguntaron varias veces a José Ignacio S. D. por qué no paró la Mercedes Vito al sentir el golpe, pero el chófer respondió una y otra vez que no le dio importancia; que creyó haber golpeado un carro de la compra cargado de chatarra, y que miró por el retrovisor y sólo vio "el bulto de una sombra", afirma el acusado.

Ese "bulto" y esa "sombra" era Elisa Ruano Herrera, de 66 años, que esa madrugada volvía a pie del bingo en dirección al tanatorio de Las Torres. Caminaba por el margen derecho de la vía porque en el izquierdo hay un quitamiedos y, detrás, el barranco que cruza el barrio de Las Perreras, en la zona alta de la ciudad.

La víctima fue arrollada por José Ignacio S. D. sobre las 01.00 horas del dos de octubre de 2016. Caminaba por la GC-340 en sentido Las Torres y recibió el golpe del vehículo por la espalda. Debido a la violencia del impacto salió despedida contra el arcén, donde chocó y perdió la vida de manera inmediata, según las conclusiones de los médicos forenses. Su cuerpo fue descubierto a primera hora de la mañana por un ciclista, mientras el autor del atropello terminaba el turno y se disponía a regresar a su casa tras descansar unas horas en la funeraria.

La fiscal Cecilia Acebal, durante el interrogatorio, no sólo reprochó al acusado que no frenara cuando sintió el golpe, también cuestionó su comportamiento al llegar a la sede de la empresa en Las Torres.

La Mercedes Vito tenía el cristal delantero estallado; había perdido la carcasa del faro derecho y tenía restos orgánicos en la carrocería de la mujer atropellada, pero José Ignacio S. D. asegura que no comprobó los desperfectos tras aparcar el vehículo, sino que se fue directamente a dormir, sin dar parte del accidente a su superior.

A la mañana siguiente, cuando José Ignacio S. D. descansaba en su casa, la Policía Judicial llamó a la funeraria para que hiciera una recogida en Las Perreras. Fue en ese momento, al ver la carcasa del faro derecho de la furgoneta en la cuneta, cuando el empleado desplazado sospechó que podría tratarse del mismo accidente.

Cansancio y velocidad

El chófer defiende que circulaba a 40 o 50 kilómetros por hora debido a las condiciones de la vía, "por la derechita muy despacio", dijo en su declaración, pero las acusaciones sospechan que iba a más velocidad y que esa circunstancia, combinada con el cansancio al volante, fueron la causa de la negligencia.

La acusación particular, además, añade que el chófer de la funeraria supo desde el principio que había atropellado a una persona, motivo por el que limpió el cristal dañado con un trozo de papel nada más dejar el vehículo en la cochera. José Ignacio S. D. replicó que no tenía nada que limpiar y negó que hubiese actuado de esa manera, pero el abogado de la familia de la fallecida se mostró irreductible y recordó al investigado que las imágenes de las cámaras de seguridad eran claras. Fue poco después, al solicitar las partes la reproducción del vídeo, cuando la magistrada acordó la suspensión del juicio, tras percatarse de que el ordenador de la Administración de Justicia no tenía instalado el programa adecuado para reproducir las imágenes grabadas.

El acusado llevada once horas seguidas de trabajo porque ese día salieron tres servicios seguidos y le tocaba hacer el turno de 16 horas, pero niega que estuviera cansado y ese fuera el desencadenante del accidente. Atesora más de 20 años de experiencia, al tiempo que sigue trabajando para la misma empresa y nunca había tenido un accidente, aunque la compañía lo sancionó por conducir bebido en 2014.

Poco antes del choque, sin permiso de la funeraria, había parado para cenar en un bar cercano, pero niega que bebiera alcohol con el bocadillo, sino un refresco. Arrolló a la mujer minutos después de esa parada. La defensa, frente a los tres años de cárcel que reclama la fiscal, pide la absolución. Rechaza, en ese sentido, que exista imprudencia del conductor, sino de la fallecida, que caminaba por la derecha de la carretera, de noche, por una zona poco iluminada, cuando debía hacerlo por la izquierda, con los coches de frente.

El abogado de Mutua Madrileña, Francisco Padrón, sólo discute la responsabilidad civil y, en ese sentido, considera que hubo corresponsabilidad de culpas, es decir, que tanto la víctima como el chófer son responsables. Por eso han consignado el 75 % de la indemnización solicitada por la fiscal y discuten el otro 25 %.