Ni cuando nacieron fueron niños porque les aguardaba una infancia robada. Su primer 'juguete' fue una kalashnikov, y su primera 'travesura', mostrar su total obediencia a la banda que le había secuestrado, asesinando, si se le exigía, incluso a su padre o sus hermanos.

De estas infancias robadas sabe mucho el África negra: Sudán, por ejemplo. El premio a los asesinatos por encargo para estos niños que nunca tuvieron la oportunidad de serlo, era el ascenso a cargos de confianza y a la violación de las niñas raptadas, con toda su secuela de partos anormales y traumas imposibles de olvidar. Seis de estos niños-soldado, hechos prisioneros junto a 150 'rebeldes' de una guerrilla tribal adversaria, acaban de ser condenados a muerte en Sudán por los crímenes cometidos según sentencia de los mismos que se los ordenaron.

Ha sucedido en Darfur, una de las tantas guerras olvidadas. Los niños condenados a muerte por crímenes de encargo hace cinco, seis o siete años, tienen ahora entre 11 y 17 años. La acusación es la de haber intervenido en el asalto a posiciones estratégicas de la ciudad de Onduman, la ciudad gemela de la capital sudanesa situada en la otra orilla del Nilo. Diversas organizaciones pro-derechos humanos han anunciado el delito que se pretende, pero al 'mundo que cuenta' no le ha impresionado ni movilizado la feroz noticia.

El gobierno de Kartoum es el primero en financiar bandas criminales para ejercer el terror con mano prestada, y ante la condena capital de estos niños -algunos de los cuales combatieron en su día para quien ahora mismo les condena- ha jugado a desmentirse a sí mismo, primero anunciando un indulto y acto seguido confirmando las penas de muerte. Y es que, en realidad, de Sudán puede decirse lo mismo que de Somalia: no hay gobierno real: hay al menos quince grupos armados que ni se sabe ya quién los financia, qué pretenden, ni contra quién disparan. La guerra se ha convertido en una costumbre.

La enorme masacre se inició hace ya casi dos décadas con en el enfrentamiento entre las muchedumbres nómadas que huían de la hambruna y las poblaciones sedentarias que se sintieron amenazadas en su supervivencia. Ambas partes son de religión islámica, quizá una de las razones que explican el desinterés de Occidente. Según la Unicef, en esa guerra han intervenido, e intervienen, al menos 1.500 niños;para la 'Coalition to stop the Use of Children Soldiers', los niños-soldado en Sudán ascenderían a 6.000.

Comisionados de las Naciones Unidas coinciden en que la recluta forzosa de niños para la guerra, ha sido una constante de todos los bandos desde 2006.