Lentamente, sin demasiado ruido y en relativa calma. Pese al último exabrupto del secretario general del partido del Istiqlal (Independencia), Hamid Chabat, amenazando con abandonar el gobierno antes de ser llamado formalmente al orden por el propio Rey en una jugada política que no ha engañado a nadie pues, por sí solo, el histriónico Chabat jamás se hubiera atrevido a lanzar ese órdago. Con todo, la crisis (política, económica) sigue sin salirse de madre porque en estas bellas pero adustas tierras nadie, ni en el poder ni desde la calle, desea volver a los tétricos Años del Plomo.

El Reino de Marruecos sigue siendo, sin duda, un país con estructura y mentalidad policial, en el que el ministro del Interior, el harakí Mohand Laenser, llamaba el 20 de mayo en el Parlamento a "preservar" la "particularidad marroquí" de los "moqadems" o informantes de barrio, pero en el que prima la cara amable y hay un verdadero debate ideológico, en el que quizás y por primera vez desde los últimos diez años el marroquí de a pie empieza a cuestionar, abierta pero tímidamente, las responsabilidades de Mohamed VI y el Neomajzén en la marcha general del país. Porque cuando el jefe del Gobierno, el islamista Abdelilá Benkirán, no deja de aludir, una y otra vez, a ellos para explicar las constantes zancadillas y rechazos a su gestión e intentos de reformas, ¿a qué o quiénes se está refiriendo...? Y este discurso, junto con las notorias dificultades del día a día, ha ido calando en la población.

En cuanto a la crisis económica y siguiendo la doctrina Zapatero, poco a poco se va reconociendo la mayor: la crisis no solo ha llegado, sino que parece haberse instalado cómodamente, siendo varios los indicadores que ya han saltado. En primer lugar, el falso crecimiento del ladrillo parece estar tocando fondo: así, Bank Al Maghrib ha advertido del descenso de los productos inmobiliarios, 8,1% en el primer trimestre de este año, recesión que es confirmada por el presidente de la Federación Nacional de Productores Inmobiliarios, Yussef Ibn Mansour, quien confiesa que si las ventas de viviendas de tipo medio (usadas y de nueva construcción) han caído en un 10%, las de lujo han descendido entre un 20 y un 30% y, significativamente, las ventas de locales comerciales han reculado un 18,4%.

También y por primera vez desde 2009, el Tesoro no tiene excedente, siendo el déficit del presupuesto del Estado a finales de abril del doble que el del año anterior. La principal fuente de divisas del país aportada por las transferencias de los MRE (Marroquíes Residentes en el Extranjero) ha ido disminuyendo progresivamente en consonancia con el avance de la crisis económica en Europa, mientras la banca marroquí ha empezado a tira de las riendas, alzando el coste de los créditos y ralentizándolos, frenando con ello el consumo. Se sigue creyendo en los Reyes Magos de Oriente, representados por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y sus millonarias inversiones, como el maná que despeje las incertidumbres económicas. Veremos que dicen, en junio, los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) cuando visiten el país.

Y de ruido de fondo, la constante crisis en el Sahara Occidental, las Provincias del Sur para Marruecos, en las que Rabat sigue aferrado a su proyecto de Autonomía (que nunca ha puesto en marcha y que incluso puertas adentro goza de escasa credibilidad) y la lucha antiterrorista: solo en este último campo y en los últimos diez años (de 2010 a 2013), las fuerzas de seguridad han desmantelado 113 células terroristas a lo largo y ancho del país, siendo arrestados 1.256 presuntos activistas que pretendían atentar contra 30 centros comerciales, 27 establecimientos turísticos, 16 representaciones diplomáticas y 22 lugares de culto judíos y cristianos, así como asaltar bancos (40) y transportes de dinero (12).

También Marruecos ha implementado la colaboración antiterrorista con Francia y España, destacando el encuentro del pasado 10 de mayo en Kenitra organizado por la Dirección General de Seguridad Nacional (DGSN), con el objetivo de coordinar los esfuerzos contra la amenaza latente y en alza que supone el aumento del fenómeno del extremismo religioso (la difusión del pensamiento del islamismo radical), tanto en Marruecos (una cruda realidad) como en el seno de las comunidades marroquíes de la emigración.

Reunión casi coincidente con el extraño caso del agente Ziani, es decir la expulsión por parte de España a sugerencia del Centro nacional de Inteligencia (CNI) de un infiltrado por la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), los servicios marroquíes, desde hace tiempo en el país y que habría sido cogido reiteradamente con las manos en la masa con el agravante, según parece, de que además de informar sobre el salafismo en Cataluña, Ziani habría decidido jugar a su aire y en función de sus intereses integrándose más de la cuenta en ámbitos independentistas catalanes, cruzando una línea roja en absoluto admisible ni para España ni para Marruecos lo que habría propiciado su abandono y caída por parte de Rabat que, por otro lado, ha respondido con un mutis por el foro tras ser puesto Ziani de patitas en la calle y devuelto a su país de procedencia vía, otro modus operandi curioso y nada habitual, Melilla.