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Hablemos español, leches

Columna inspirada por y dedicada a la sección Hablemos español, leches, conducida por José María Íñigo en el espacio No es un día cualquiera de RNE)

No sé si tengo más ganas de ver la nueva temporada de Detective auténtico o el estreno de Deberías llamar a Saúl, la nueva serie centrada en el personaje del abogado Saul Goodman que aparecía en la alabadísima Volverse malo. De hecho, ahora que están terminando series tan prestigiosas como El imperio del muelle u Hombres locos, es probable que Detective auténtico y Deberías llamar a Saúl se conviertan en las grandes referencias de ficción de las próximas temporadas y alcancen la consideración de series míticas del pasado como El cable o, incluso, como Picos Gemelos. No se lo pondrán fácil las demás producciones norteamericanas: Nación ha ganado en su T4 el interés que había perdido con la muerte de Nicholas Brody, Castillo de naipes sigue fascinando cuanto más desciende a los abismos Frank Underwood, y Los muertos andantes, aunque estancada en su desarrollo narrativo, continúa teniendo una parroquia fiel de admiradores de su tempo y su estética que seguirá otorgando a la serie altos niveles de audiencia. La buena esposa se vuelve más sólida con cada temporada.

En las comedias ocurre algo semejante. El final de La oficina y Parques y festejos ha despejado el camino para que continúe el éxito de producciones excelentes como La teoría de la gran explosión o Familia moderna, que mantienen su interés a pesar del elevado número de temporadas que llevan acumuladas, convertidas ya en clásicos que podrán terminar eclipsando a gigantes como ¡Salud! o Amigos. Se trata de series que forman la base de muchas cadenas norteamericanas, aunque su repercusión social no sea tan importante como la de los dramas antes comentados, ni cada temporada haga que las redes sociales se llenen de comentarios y de spoilers (¡ay.... ya metí la pata! Con lo bien que me estaba saliendo hasta aquí...).

www.antoniorico.es

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