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Hubiera bastado con no presentarse

Venga, confiésenlo, señores de Televisión Española. Si no nos vamos a enfadar... El país ganador de cada Festival de Eurovisión es el encargado de organizar la gala del siguiente año. Y todos entendemos que es mucho lío, que es mucho gasto, que no compensa tanto follón para un ratito tan corto de gloria. Díganlo claramente: no quieren ganar el Festival de Eurovisión. No quieren que haya ni siquiera la menor oportunidad de que la representante española se acerque a la mitad superior de la tabla. Sólo así se explica la elección de la canción Amanecer y la realización de su correspondiente videoclip.

Porque la canción de Edurne no es mala, no. Ojalá fuera simplemente mala. Ni siquiera es lo siguiente a mala. La canción de Edurne es un horror sumado a un espanto multiplicado por algo terrible y elevado todo ello al mayor de los bochornos. Es la parodia de la imitación grotesca de la caricatura de la peor canción imaginable. A su lado, el Chiki Chiki del gran Rodolfo Chikilicuatre se convierte en el Shine on you crazy diamond de Pink Floyd. Si Jean Jacques Rousseau la hubiera conocido, no hubiera definido la música como "el arte de combinar los sonidos de una manera agradable al oído". Su letra nos hace plantearnos si mereció la pena inventar la doble articulación del lenguaje, si no hubiera sido mejor limitarnos a la escritura cuneiforme o a comunicarnos haciendo chasquidos con la boca como hacen las lenguas joisanas africanas. Su videoclip sólo podría empeorar si lo interpretaran Los Chunguitos, y ni siquiera en eso hay consenso entre los estudiosos.

Esos gritos... esos gritos entre estrofa y estrofa que convierten el "¡sí!" de Cristiano Ronaldo en el Nessun dorma de Pavarotti... Todos comprendemos, señores de TVE, que ningún país en su sano juicio quiere ganar el Festival de Eurovisión. Pero para eso no hubiera sido necesario rozar la violación de los Derechos Humanos torturando a la Troika y al resto de Europa. Para eso hubiera bastado con no presentarse.

www.antoniorico.es

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