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Cien líneas

La demagogia es más dañina que la guerra

Hay cosas peores que una guerra. Peores para la economía, se entiende. Al menos eso se deduce de las cuentas que echa Guillermo de la Dehesa quien, ciertamente, sabe de lo que habla: en los años ochenta del pasado siglo fue secretario de Estado de Economía con el ministro Solchaga y ahora es consejero del Banco Santander y asesor de Goldman Sach.

Como ha indicado en un artículo de hace ya unos meses y que tiene plena actualidad, "en España, el PIB cayó, según el Consejo de Economía Nacional, un 6,7 por ciento durante la Guerra Civil (1936-1939), aunque algunos historiadores económicos rebajan dicha caída hasta el -6%. Durante la Gran Recesión (2008-2013) el PIB ha caído -6,8%, una décima más que en la Guerra Civil. Es decir, la Gran Recesión ha supuesto la mayor caída del PIB desde 1850, en que comenzó la serie". Vamos que el presidente Rodríguez Zapatero, ya que casi coincide el período acotado con su segundo mandato, fue más letal para la economía española que la terrible contienda nacional de los años treinta. El presidente y su equipo, ya que no se puede personalizar al extremo si de ser justos se trata.

Bueno, las guerras son keynesianas, se puede alegar. Demandan de todo y eso tira de la actividad económica. Las destrucciones requieren reposiciones así que lo que por un lado desaparece por el otro se crea. El balance final es negativo, obviamente -resulta inquietante hablar así, con tanta frialdad, de algo tan dramático- y por eso ahí está el PIB con un 6 por ciento negativo que se indicó. ¿Y en la posguerra? De la Dehesa no ofrece cifras pero en ese panorama, aunque la reconstrucción era ya el único vector que contaba, en el caso de España el contexto internacional presidido por la II Guerra Mundial no atrajo precisamente capitales desde más allá de nuestras fronteras y en todo caso se impuso el aislamiento general fruto del alineamiento de Franco con Hitler y Mussolini. El PIB probablemente se resintió tanto o más en los primeros años de paz, dicho sea ese término con amarga ironía, que en los tiempos bélicos anteriores.

¿Pudo ser el presidente Rodríguez Zapatero tan letal para la economía como aquella devastadora guerra?

Fundamentalmente el segundo Gobierno Zapatero, que fue el que se dio de bruces con la gran recesión -que es como la denomina De la Dehesa-, implementó políticas económicas de gasto, así que keynesianas o al menos en la órbita filosófica del genial economista británico. En la memoria, aún fresca, de todos nosotros está aquel Plan E y sus réplicas que se llevaron por delante del orden de 12.000 millones de euros invertidos en aceras y otras zarandajas. Extraño motor económico. Un ajuste del revés que nos puso al borde del colapso allá por el mes de mayo de 2010. Sobre todo si se considera que algunas evaluaciones elevan los 12.000 millones indicados hasta, atención, los ¡50.000 millones de euros!

Algunos expertos, analizando las ciudades españolas más afectadas por los bombardeos y consiguientes incendios de la guerra civil española, han llegado a la conclusión de que más letal para esas urbes que el conflicto bélico había sido la especulación del suelo. La avaricia arruinó más edificios nobles y entornos valiosos que los cañonazos.

Trasladando esa idea a la economía, como en un juego de isomorfismos, podría afirmarse que la demagogia intervencionista es más dañina aún que la guerra fratricida, al menos para el PIB, para las grandes cifras económicas, que no es poca cosa. Los datos que muestra al respecto Guillermo de la Dehesa son luminosos dentro, claro, de un contexto muy tenebroso.

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