La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión

Procesión del Pino, caminos de la Virgen

La procesión no va por dentro este año, aunque el refrán así lo declare. Al menos en la Villa de Teror.

El cambio del tradicional recorrido que desde el siglo XVIII permite que distinciones, milicias. músicas, pueblo, fervor, rostros, súplicas, caminantes, rindan honor y fervor a Nuestra Señora del Pino, hará que tradiciones, usos y costumbres (personas que durante años ocupaban su sitio en La Alameda desde madrugada) cambien, muden y con ello den un paso en este recorrido de siglos que es la historia de la devoción a la Santa Imagen de la Villa de Teror. Este peculiar "camino de la Virgen" que es su procesión del 8 de septiembre -parejo al camino que miles de personas hacen para verla a Ella- ha ido (por la lógica transformación urbanística, de sentimientos y hasta de ideas y pareceres) modificándose a lo largo de los siglos. No se rompe con la decisión de este año nada que no hubiese cambiado ya varias veces en el medio milenios que la Virgen del Pino "camina" por las calles y plazas terorenses. Cuestiones de seguridad, excesiva concentración de público en algunas zonas con la casi absoluta imposibilidad de evacuación si fuese pertinente, además de la búsqueda de un mayor lucimiento y un discurrir por calles con más población han motivado la decisión.

Cuando el primer y segundo templo que cobijaron a la Imagen se situaron en lo que hoy es la propia Plaza del Pino (al soco del Pino de la Aparición y tirando para la parte del Barrio de Abajo) marcaron con ello los primeros discurrires de las procesiones del XVI y XVII. En documento del obispo don Cristobal de la Cámara y Murga de 1631 éste dispuso que para mejor adecuarse a la disposición de la por entonces recién construida segunda ermita mudejar de tres naves "la procesión de Nuestra Señora de la Natividad (el 8 de septiembre) se hacía por muchos caminos con grande incomodidad y no a propósito, mandamos se haga saliendo de la iglesia la plaza adelante y la puerta de Sebastián Halcón ahajo a dar por la puerta de Juan López y volviendo hacia arriba a dar a la puerta de la casa de Juan de Ojeda, pasando por la puerta de la Sacristía a entrar por la puerta principal, y que en estos días se tengan estos caminos por donde ha de pasar limpios y enramados, a que acudirá el cua a hacérselos ver, y que no se haga la dicha procesión por otras partes sino por las aquí referidas, so pena de excomunión y de cinco ducados para la fábrica de la iglesia, ni el cura consinta otra cosa so las mismas y otras penas mayores". El recorrido, -actualizado a las calles de hoy en día- sería por el lateral del Auditorio, calle de Correos, plaza Teresa de Bolívar a volver a la Plaza. Claro está, en andas a hombros de fieles, sobre taliscos sueltas y barro amazacotado, que caminos bien empedrados no había tantos por aquellos años.

Esta iglesia duró hasta 1760 -el Pino había caido en 1684- y la siguiente que, para fortuna presente ha llegado hasta nosotros, se inauguró en 1767 oriéntandose casí enfrentada a donde estaban ubicadas las anteriores y con una superficie y opulencia extraordinarias para un santuario de pueblo del siglo XVIII. El Pino lo meritaba y así se hizo.

En décadas siguientes a instancia de vecinos y-opino-para repartir el honor de ver pasar la procesión por delante de las propias puertas - ésta discurrió durante un tiempo por el Barrio de Arriba, subiendo por la empinada calle de la Herrería a dar al Castaño, actual Monasterio del Císter.

En honor a la verdad, era éste itinerario más de senda de calvario de Semana Santa que de lucimiento de solemnidad septembrina; por lo que, el domingo nueve de mayo de 1790, a la salida de misa, se reunieron en cabildo los miembros del ayuntamiento de entonces con los vecinos más destacados para opinar y decidir sobre un posible cambio del recorrido de la procesión del Pino. Pensaban realizar -eran época de fastos- una mesa (un paso no llevado en andas) con faldones de tisú que no podía, obviamente, discurrir por los empinados y un tanto destartalados trayectos anteriores.

Y se decidió por todos los presentes aquel domingo de la primavera de 1790, que a partir de entonces la procesión del Día de Nuestra Señora del Pino se hicieciera alrededor de la Plaza, y que, en las ocasiones que se ofrecieran, como las procesionesa generales u otras, se continuara seguir lo antiguo "saliendo la Señora en sus andas alrededor del Castaño como se ha practicado hasta ahora con la antigualla de tantos como hay en este lugar". La decisión, queda claro, se tomó sólo para la Procesión del Pino. La evolución de las otras muchas procesiones terorenses tuvieron sus historias particulares que quedan para otro momento.

La Plaza de Teror y ediificaciones circundantes -todas de la Iglesia y familias destacadas, que algo también tendría ello que ver en el cambio del recorrido- se prepararon para aquel primer evento. El que el obispo don Antonio Martínez de la Plaza hubiese ordenado empedrarla al completo a fines del año 1786 ayudaba bastante a la facilidad del recorrido. Y la cosa, por lógica, fue lucida y de público y general agrado, de lo cual dejó constancia en acta, don Juan Bernardino Rodríguez el escribano fiel de fechos -secretario- al día siguiente del Pino, en documento que custodia el Archivo Parroquial de la Villa Mariana, y que transcribo literalmente por su alto interés en este año de modificación de lo allí convenido: "Certifico yo el fiel de fechos de este lugar de Teror, que a consecuencia del acuerdo y determinación antecedente en el día ocho del corriente mes de septiembre, que fue ayer, salió Nuestra Señora del Pino a su procesión después de acabada la misa solemne y reservada la Majestad, yendo la Santísima Imagen en mesa y faldones, según se propuso al ayuntamiento de este lugar en nueve de mayo, y saliendo la procesión por la puerta mayor de la iglesia siguiendo la Plaza arriba por la parte de abajo del pilar hasta dar la vuelta a éste y siguiendo por la acera de la Silla y casa de Nuestra Señora que ocupa el Cabildo (actual calle de la Iglesia Chica), hasta tocar con las casas de la Virgen de la acera del Palacio, y desde allí por el lado de la puerta de la sacristía a volver a la Plaza principal a entrar por la misma puerta de la sacristía a volver a la Plaza principal a entrar por la misma puerta mayor. Todo lo que se ejecutó con común consentimiento y complacencia del vecindario que admiraba la hermosura de la procesión tanto por ir en terreno llano y espacioso como por poder andar la mesa y faldones ricos de tisú que presentaban la santísima imagen con el mayor aparato y grandeza. Y de pedimento de don Luis Falcón, alcalde real de este lugar, doy la presente en Teror septiembre nueve de mil setecientos y noventa, de que doy fee. Juan Bernardino Rodríguez,escribano fiel de fechos" También firmaron el documento los diputados Agustín Guerra y Domingo Rivero y el síndico personero Bartolomé Pérez.

Y aunque en años siguientes hubo alguna que otra modificación, como la creación de La Alameda, las construcciones traseras de la iglesia, o la suspendida procesión de 1851 -el Año del Cólera- en el que "sólo hubo el 8 de septiembre una misa cantada puesta de manifiesto en su nicho la Santa Imagen de Nuestra Señora, por atención a los devotos fieles de otros pueblos", así se mantuvo casi intocado hasta el presente.

Perdón... con una única, peculiar y extraña -por las razones que la motivaron- excepción. El 8 de septiembre de 1993, por decisión del párroco de entonces don Vicente Rivero (autorizada, obviamente, por don Ramón Echarren), la Virgen del Pino no viró, traspasada la Puerta Mayor hacia la izquierda en dirección a Palacio. Enfiló en linea recta a la calle Real de la Plaza -por entonces, aún General Franco ante el desconcierto de casi todos los que estábamos tras el Trono y de la policia y guardia civil que tenía la calle cerrada .

Por un lado, don Vicente había quedado muy molesto por la carga de efectos especiales con que el pregonero de aquel año, el periodista Santiago García Ramos, adornó su pregón pronunciado como era costumbre en el interior de la Basílica. Creo que pocos años ha asistido tanta gente a un pregón del Pino. Con la iglesia a tope, García Ramos alabó y lisonjeó a la Virgen, sus fiestas, la Villa, como sólo él sabe hacerlo. Pero lo que disturbó al párroco hasta llegar al nerviosismo extremo -que logró controlar- fueron las tracas, los sones de campanas, los cantos de La Parranda con que, repito, el periodista aderezó su emocionado pregón.

Al día siguiente, el anual concierto de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria hubo de suprimir la interpretación de la Obertura de "El Barbero de Sevilla", ya que se nos comunicó que era música poco apropiada para un lugar sagrado. Yo lo entendí; pero otros no y llevaron la cosa hasta la Archidiócesis de Sevilla solicitando cortes de cabezas clericales., lo que extremó aún más la situación.

Pero lo que verdaderamente molestó a don Vicente fue que -pese a sus solicitudes y advertencias previas- la Concejalía de Mercadillos (delegada entonces en mi padre) colocara en el discurrir de la procesión decenas de ventorrillos, una gigantesca tómbola, cables, toldos,... que -con toda la razón del mundo- el párroco consideraba impedimento y falta de decoro para el paso de Nuestra Señora.

El día 8 de septiembre de 1993, como la cosa se había solucionado a medias, don Vicente Rivero nos comunicó al Sr. Alcalde don Juan de Dios Ramos y a mí mismo antes de entrar en la Basílica, que se consideraba "legitimado para tomar decisiones". Don Juan de Dios y yo entramos a misa a ver que pasaba y sin saber a qué decisiones se podía referir. En la iglesia todo discurrió con la acostumbrada solemnidad. El Sr. Obispo solicitó en su homilía a los políticos presentes que defendieran a los más pobres, que se olvidaran de sus intereses personales o de partido, que no aturdieran de palabrerías vacías, que ofrecieran hechos de justicia, de amor y de solidaridad, eliminando toda realidad y apariencia de corrupción y escuchando "el clamor de los indigentes". Don Ramón Echarren en eso se lucía todo los años, las cosas como son.

Terminada la misa, don Vicente se acercó a don Manuel Hermoso -representante del rey- habló con él (después supimos que le solicuitó autorización), Hermoso lo consintió y la Virgen del Pino aquel año, rompió el itinerario acordado en 1790, yendo hasta el Muro Nuevo y volviendo sobre sus pasos, lo que motivó un desbarajuste total con políticos en zaguanes, miliatares bajo sombrillas de turroneros y el Regimiento de Infantería Canarias número 50 buscando una salida alternativa a la que habían ensayado, al encontrarse frente a la Virgen de vuelta a la Plaza.

La de este año lo será con mayores razones y mejores motivos. Una vez hecho el anuncio del cambio,y con el apoyo municipal, los vecinos se aprestan a dar una vistosidad mayor, si es posible, al Día del Pino, y desde lluvia de pétalos a colgaduras en balcones, pasando por todo tipo de adornos con que puedan ensalzar a la Virgen harán olvidar el acuerdo con que nuestros abuelos del XVIII quisieron honrar en 1790 a Nuestra Señora en su paso por Teror.

Compartir el artículo

stats