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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

Recuerda que no se te olvide

Querido amigo, hay quien recurre a sistemas curiosos para no olvidarse de lo que tiene que hacer como, por ejemplo, cambiarte el reloj de muñeca, anotártelo con un rotulador en la mano o ponerte el anillo en otro dedo.

Uno de los recursos más socorridos es ponerte una gomilla elástica en la muñeca. Eso era lo que hacía Matías, un compañero de trabajo muy olvidadizo. Lo malo es que no le servía de gran cosa y en más de una ocasión le vi quejarse desesperado. Pero ¿qué te pasa, Matías...?, le dije. Y él contestó: "Es que no me acuerdo para qué diablos me puse la gomilla en la muñeca..."

La memoria es caprichosa y te la puede jugar en cualquier momento. A todos nos ha pasado olvidarnos del nombre de la persona que vamos a presentar y que, además, sea él mismo quien termine diciendo su nombre.

Se han escrito muchos métodos para conseguir tener una buena memoria. Uno de ellos es muy sencillo y consiste, simplemente, en ir recordando todo lo que has hecho durante todo el día cuando te metes en la cama, pero en sentido inverso.

Al principio tienes algunos lapsus y no recuerdas lo que has hecho la mayor parte del día, pero luego y repitiendo el ejercicio cada noche, pasada una semana ya recuerdas muchas cosas, hasta que después de un par de meses empiezas a tener una memoria considerable. Lo he leído y practicado con cierto éxito... pero ya no me acuerdo dónde lo leí.

Cuando mis hijos eran pequeños me preguntaron por qué tenían que estudiar matemáticas si todos los cálculos se hacen hoy con una calculadora.

Se me ocurrió, entonces, preguntarles si se acordaban de lo que habíamos comido el sábado anterior. No supieron contestarme aunque les dije que, con toda seguridad, lo tenían guardado en la memoria y que no eran capaces de recuperarlo.

Cuando les recordé el almuerzo de aquel día, enseguida se acordaron, demostrándoles así lo que les había dicho, y que solo había que ejercitar la mente para encontrar la información que tenemos guardada.

¿Y cómo se ejercita la mente?, me preguntaron. A lo que yo les contesté que precisamente para eso necesitamos adiestrarnos con ejercicios mentales como, por ejemplo, el cálculo matemático.

No hace mucho descubrí por un grupo de malabaristas de la mejoría que habían experimentado los internos de un centro de mayores después de practicar un ejercicio de malabares con pelotas de goma, y es que está demostrado, Gregorio, la mente funciona como un músculo y, si no se ejercita, acaba por atrofiarse.

La geriatría ha avanzado que es una barbaridad, y ya la vejez no es lo que era. Cada vez son más los grupos de amigos jubilados que se reúnen asiduamente para compartir mesa y comentar los distintos aspectos de la actualidad. La llamada tercera edad se ha convertido en el tiempo más prolongado y con más calidad de toda la vida si, atendiendo a las estadísticas, podemos vivir más de noventa años.

Tendríamos que convencernos de que los primeros treinta años de vida son para dedicarlos al estudio y la preparación que necesitaremos para trabajar los siguientes treinta y cinco, de modo que, a partir de los sesenta y cinco, podamos ocuparnos si acaso de trabajos menores, para no resultar un coste excesivo para la sociedad, y combinarlos oportunamente con el ocio y el descanso que nos hemos ganado.

En definitiva, Gregorio, que es cuestión de seguir ejercitándonos como chiquillos durante toda la vida... Recuerda que no se te olvide.

Un abrazo, viejo, y hasta el martes que viene.

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