La Provincia - Diario de Las Palmas

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Tropezones

Ahora sí

En un reciente congreso de astrofísica celebrado en Tenerife, el protagonista fue sin duda, tanto en razón a su singular aspecto físico como al juego que dan sus provocadoras afirmaciones, el científico Stephen Hawking.

La presentación de su exposición, trasladada por medio de un sintetizador que transformaba su voz (o lo que sea) en una letanía metálica e inhumana que parece llegarnos del más allá, no deja de impactar al más lego en las materias que va desgranando.

Aun arriesgándome a sacar de contexto una de sus lapidarias afirmaciones, me quedo con "Al final sabremos todo lo que sabría Dios, si es que existe alguno".

Y ello porque me trae a la memoria un relato de ciencia ficción en la misma vena, que no recuerdo si de Asimov o de Bradbury que en esencia exponía un enunciado similar, pero con la fuerza de un puñetazo.

Al cabo de muchos años de investigación y desarrollo tecnológico, el hombre había conseguido construir un ordenador gigante, en el que se había logrado incorporar todo el conocimiento humano, y toda la información de los rincones más remotos de nuestro universo. Pero no casi toda, no, sino absolutamente toda.

Lógicamente, con un instrumento de este calibre, los científicos hacían cola para plantearle las preguntas más difíciles, a las que se daba por sentado que nunca había de quedarse mudo. Y llegó la pregunta del millón. "¿Existe Dios?"

Se suponía que la gigantesca máquina tendría por lo menos la elegancia de hacer una pausa, o carraspear modestamente antes de contestar.

Pues no. En menos de dos microsegundos, proclamó tajantemente:

"¡AHORA SÍ!"

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