La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cien líneas

¡Viva el Rey!

El Rey ha propuesto y se ha propuesto continuar la historia de España. Esa fue la idea del discurso de Navidad, expresada incluso con vehemencia. Esa era la idea de Cánovas y de ahí la Restauración, un tiempo de progreso como pocos ha tenido España. Esa había sido la idea de Jovellanos que, en la línea del liberalismo británico, más que una Constitución escrita creía en la Constitución histórica de la nación. En la continuidad. En eso creemos los monárquicos y, no sobra decirlo, esa y no otra es la razón de la Corona. Pero ya se sabe que la institución está cercada por oportunistas, que no creen absolutamente en nada de nada, y solo atentos a disfrazar al monarca de republicano benevolente.

El escenario del mensaje navideño fue nuevo o mejor el de siempre ya que ese es el espacio desde el cual el Rey se dirige -o se debe dirigir- a la nación. Además se evitaron los retratos de mesilla pequeño burguesa y otros mil detalles típicos de desclasados horteras que permiten a los comentaristas de lance salir del paso analizando lo adjetivo ya que lo sustantivo les supera.

A los enemigos de España, que son legión, el discurso les ha sentado como un tiro, señal inequívoca del acierto.

Cuando en otras ocasiones la nación, como ahora, ha estado al borde del abismo la reacción siempre ha sido de la gente. Ante el naufragio de las instituciones el pueblo soberano siempre ha salido al corte.

En este trance la Corona va a cumplir con su deber, así que existen motivos para el optimismo entre tantas negras tormentas. Uno más uno gana. No cabe ninguna duda.

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