La Provincia - Diario de Las Palmas

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Calafateando

Una mosca en la sopa

La virtual conjunción astral reciente del planeta Tierra con Venus, Marte y Plutón hizo posible dos malas noticias para Gran Canaria: la enésima rechifla tirando a tomadura de pelo, esta vez por Fitur, negando en uno de sus reclamos el Gran a la isla de Canaria (observemos que esta repetida majadería es solo con la Isla redonda y nunca con las seis restantes), y el desplante de la reina Letizia al estand de nuestras Islas Canarias en la 36ª edición de la Feria Internacional de Turismo, uno de los mejores eventos promocionales del sector turístico mundial. A la regia persona, por lo que vemos, le diseñan desde Zarzuela el paseo por el recinto y dónde debe detenerse, acentuando con su real atención la importancia de las regiones turísticas españolas elegidas. Le hicieron perderse probar el queso de flor de Guía y los suspiros de Moya, entre otros.

A lo primero, convertido ya en un clásico del despropósito al que todos damos razón de normalidad (salvo las quejas de este periódico) convenimos en que poco importa que don José haya pasado a mejor vida; su incansable labor de libelo hizo crecer un gran árbol con ramas de hermosa fronda: la de sus émulos, por demás canallescos porque no podrían ser otra cosa. La estupidez es mucho más poderosa que los normales razonamientos.

Se viven momentos apasionantes por la posibilidad de que gobierne este país, por fin, una coalición de izquierdas, a lo que se une la gran incógnita de que una mitad quiere imponer a la otra la independencia de Cataluña. Allí todo es kafkiano, porque lo serio de un proceso independentista es que la proporción de los que están a favor sea mucho más significativa que ese escuálido 50%, así como los actores mismos, esos de la CUP que parecen salidos de un mal sueño. Todo es singular: de activistas por un enfrentamiento con los Mossos d'Esquadra en un acto reivindicativo hubo setenta imputados. La CUP en horas de la negociación puso como condición para dar su voto a Carles Puigdemont que el Govern retirara las causas judiciales, cosa a la que accedieron. Esto provocó una enérgica y sonora protesta de los Mossos al creerse víctimas de aquel enfrentamiento de protesta ciudadana. Hay una promesa de estos que vienen para derogar la Ley Mordaza. Es necesario, porque desde la razón las policías Nacional, Guardia Civil, Autonómica y Local no deben actuar en nada que no se pueda poner sobre ellas luz y taquígrafos. Sus actuaciones represivas deben ser siempre justas y proporcionadas, por lo que podrían filmarse.

Hay tremendo ruido por la vieja guardia socialista, que no ve con buenos ojos el pacto de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias (este con cuernos, patas y rabo de cabrón y oliendo a azufre). De algún modo no es muy extraño, toda vez que estos popes del PSOE han devenido en poseer buena hacienda, cosa que los ha aburguesado, y otros incluso convertidos en millonarios. Como los del PP, temerosos de sus prebendas. Nada, pues, de aquel joven Felipe González que encandiló a las multitudes con su verbo progresista lleno de ilusión y su chaqueta de pana. Este Pablo Iglesias me lo recuerda mucho. Hoy Felipe y sus compañeros de hornada, del socialismo de aquel Pablo, el Abuelo, el fundador, en ellos no queda nada. A Pedro Sánchez, pactando con Podemos se le ofrece la oportunidad, si hace bien las cosas, de recuperar la credibilidad perdida del PSOE por un Gobierno de ZP aplicando recetas, en la crisis, de extrema derecha. Y en cuanto a Pablo, no seré yo quien asegure que con el tiempo no pueda convertirse también al conservadurismo socialdemócrata de los socialistas actuales, o simplemente corromperse; pero hoy por hoy, es necesario.

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