La Provincia - Diario de Las Palmas

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Papel vegetal

Este es el país...

Este es el país en el que en pleno carnaval, tradicionalmente periodo de destrucción simbólica del orden establecido, unos titiriteros anarquistas pueden ir directamente al calabozo y pasar varias noches entre rejas por un espectáculo no apto para menores en una sociedad en la que la violencia es cotidiana en los medios.

Este es el país de reflejos todavía muchas veces franquistas donde el testimonio de un policía vale más que el de cualquier ciudadano aunque este tenga a veces testigos de lo que sostiene frente al agente de la autoridad, que es lo que supuestamente trataban de denunciar los titiriteros.

Este es un país donde todo está tan politizado que de un grano de arena como es el caso de los titiriteros se hace una montaña, de la que no para de hablarse durante días como si el país no tuviera otros problemas más importantes o urgentes que resolver.

Es este también el país, donde hay ocho huelguistas participantes en un piquete que se enfrentan a largos años de cárcel por supuestas coacciones y resistencia a la autoridad.

Un país donde se criminalizan con demasiada frecuencia las protestas, pero se toleran y hasta se auspicia muchas veces las situaciones de injusticia que dan lugar a aquellas.

Este es un país donde dirigentes de partidos, responsables políticos, banqueros o empresarios acusados de robar millones de dinero público o de ahorros privados siguen, años después de la comisión de los supuestos delitos, sin pisar la cárcel ni devolver lo sustraído.

Un país en el que el partido que nos ha gobernado durante cuatro años abusando de su mayoría absoluta considera tal gestión "normal" y de "sentido común" mientras que descalifica como "radical" un programa que en otros tiempos se habría considerado simplemente socialdemócrata. Este es un país donde nadie en el partido gobernante tiene la suficiente valentía como para decirle al líder que son ya tantos los escándalos de corrupción en las propias filas que lo mejor sería aceptar el pase a la oposición, dejar de hacer de perro del hortelano y elegir a un nuevo equipo dirigente.

Pero, todo hay que decirlo, este es también un país en el que unos jóvenes con poca experiencia no acaban de ver la diferencia entre dedicarse a la protesta callejera y formar parte de un gobierno, aunque este sea municipal.

Jóvenes que en su adanismo parecen ignorar que no se les perdonará el mínimo error o estupidez, como en el caso de los tan nombrados titiriteros, porque se enfrentarán a políticos de colmillos retorcidos, a unos medios hostiles y tendrán que responder ante una ciudadanía que los juzgará únicamente por la gestión que hagan de la cosa pública.

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