La Provincia - Diario de Las Palmas

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Lunes Santo

Sin retorno hacia la Gloria auténtica

Tras la entrada triunfal en Jerusalén, Jesús inicia el camino hacia las primeras sombras de la cruz, de la crisis, del sinsentido -que recordaremos el Viernes Santo-, las cuales quedarán vencidas definitivamente en la postrera claridad y plenitud perenne de la Resurrección, el misterio central y, a su vez, el radical origen de nuestra fe y de nuestra vida cristiana.

Por eso podemos decir, a pecho descubierto y con el corazón en las manos, que este lunes no es un lunes cualquiera, no para nosotros los creyentes, sino que se nos vuelve un lunes verdaderamente santo. Santo porque está lleno de sentido, de esperanza, del inicio sin retorno hacia la meta de la Gloria auténtica, de la Gloria manifiesta de Dios en su Hijo Jesucristo y de la cual nadie queda exento de invitación.

Gloria que, como celebraremos nuevamente en este itinerario de la Semana Santa y especialmente en el momento solemnísimo de la Liturgia de la Iglesia en la Vigilia Pascual, el Señor nos invita a compartir desde la experiencia de la Cruz, desde su propia experiencia. Es, desde la propia Cruz de su Hijo, desde donde Dios responde definitivamente al mal del mundo y queda al lado de las personas más sufrientes de la historia, como bien nos recuerda nuestro Papa Francisco en tantas ocasiones, por medio de palabras y de gestos hacia los más necesitados. "¡Cómo quisiera una Iglesia pobre para los pobres!" decía él. Para los que podría parecer que no tienen nada y más bien lo tienen Todo.

Una Gloria -como decimos- incomparable a cualquier otra gloria en el mundo -éxito, poder, riquezas, placeres...-, porque la entrada triunfal en Jerusalén nos anuncia la venida del mismo Dios en todo su ser y esencia y, con ello, de la Vida Eterna para todos los que quieran recibirla. Una Gloria que no acaba en este mundo -como testimonia la Resurrección de Cristo-, sino que puede empezar a vivirse ya aquí. Una Gloria por la que vale la pena dejar todo lo que nos impida celebrarla ya en nuestra vida, aquí y ahora. La Gloria que anuncian y por la cual se escribieron los Evangelios. Hoy, mañana y siempre es día de salvación.

Ahora es el momento, carpe diem desde hoy. Avancemos juntos desde este lunes santo que es nuestra vida, al Domingo de Resurrección que es la vida de Dios. No dejemos para mañana, queridos hermanos en Cristo, la empresa de nuestra salvación.

Para terminar cito al Papa Francisco en su bula Misericordiae Vultus, en este año de la Misericordia: "La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno".

Abrámonos a la Gracia de Jesucristo y manifestemos a todos la "Alegría del Evangelio" con nuestra vida. Que el Espíritu Santo y Nuestra Señora la Virgen del Pino nos ayuden a todos en esta tarea. Feliz Semana Santa a todos.

(*) Párroco de Nuestra Señora de las Nieves del Palmar y vicario parroquial de Nuestra Señora del Pino en Teror

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