La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

Bienvenidos a esta guerra

Querido amigo, ya no hay nada que nos diferencie de las llamadas "zonas calientes" de otros lugares del mundo que solo veíamos en la televisión haciendo zapping entre el fútbol y los realities. Ahora ya somos parte de esa zona y podemos disfrutarlo en directo mirando por la ventana de casa en cualquier ciudad de Europa. Creíamos que la globalización era cosa de la economía, pero resulta que es también una de las ventajas y desventajas que tiene el vivir en el mismo planeta. Habrá que compartir entonces el dinero y la pobreza, la guerra, los alimentos y el hambre de todos, porque el mundo es de todos. Las fronteras solo serán cicatrices de otra época que ya nadie puede mantener. Es lo que conlleva la globalización porque, en otros tiempos, algunos no sabían lo bien que vivían los otros, pero ahora se sabe todo incluso hasta que los que vivían bien es porque estaban viviendo a costa de los otros. Les falló el cálculo a los capitalistas, y el billete prendido que les daban a los pobres para mofarse les está quemando sus propias manos.

No hace mucho estuve cenando con un amigo que está casado con una preciosa mujer ucraniana. Ella, que habla un castellano perfecto, me comentaba el conflicto que tienen en su país con los rusos aunque, curiosamente, una de sus amigas que había venido a la cena era rusa.

A esta especie de Babel se sumó también la camarera, una chica rumana que había salido de su tierra porque, según decía, allí solo había miseria y corrupción a todos los niveles. Pero no acabó ahí la cosa, porque otra de las camareras tampoco era española, aunque no conseguíamos localizar su acento. Total que me decidí por preguntarle directamente: Y tú, muchachita, ¿de qué guerra eres...?

Cada día es más habitual ver en cualquier parte del mundo cómo la gente se enfrenta hasta las últimas consecuencias, y no es porque sean de diferentes culturas sino que aun teniendo la misma educación se han ido radicalizado. Es a lo que se llega cuando cada uno se ocupa de lo que le interesa sin importarle los demás. Si ahora nos sorprende es porque nos matan en casa, en la misma calle y en la misma acera por donde llevamos el niño al colegio o paseamos el perro, cuando nos habíamos acostumbrado a saber por la televisión de los treinta o cuarenta muertos diarios como cosa de Irán y otros países exóticos.

En eso ha cambiado el mundo, Gregorio, ahora tenemos la guerra en casa y con el tiempo tendremos armas a la venta hasta en el supermercado.

Echaremos de menos los tiempos en que la guerra empezaba y acababa y no como ahora, que nos matamos todos los días sin ni siquiera habernos declarado la guerra. Bueno, Gregorio, me voy a ver si llego a Triana, que anoche vi en un escaparate un chaleco antibalas precioso a juego con unas botas blindadas que parecen comodísimas...

Un abrazo y, con un poco de suerte, nos vemos el martes que viene.

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