No digo yo que en política todo lo que no sean cuentas sea contar cuentos, pero en buena medida sí. Aunque siempre es más agradable al oído lo segundo, el problema de las cuentas pendientes es que antes o después hay que pagarlas, pues el acreedor no suele tener oído para cuentos. Lo sucedido en Argentina, donde por cierto se inventó el moderno populismo, es ya bastante ilustrativo de lo que le pasa a un país cuando se convierte ante el mundo en moroso. Por tanto la primera premisa es que España debe muchísimo dinero y los acreedores no se lo van a perdonar. La segunda premisa es que para pagar la deuda no vale endeudarse cada vez más, pues el déficit está controlado por quienes nos han rescatado cuando íbamos ya pozo abajo en caída libre. Tomando como base esas dos premisas se pueden hacer bastantes matices, y en ellos está el margen político posible. El resto ya son cuentos.
