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Elizabeth López Caballero

La crisis: la excusa perfecta para el maltratador laboral

Todos, alguna vez, hemos escuchado, e incluso hemos sufrido, lo que se denomina mobbing, también conocido como Acoso Laboral. El mobbing es un maltrato psicológico que se da al menos una vez por semana durante un periodo de más de seis meses. La finalidad de este tipo de acosos es destruir la reputación de la víctima, perturbar el ejercicio laboral y lograr que abandone ad nauseam su lugar de trabajo. Normalmente, lo sufren empleados que en algún momento han sido considerados como eficientes y valiosos. Lo suelen llevar a cabo los compañeros (acoso horizontal), o en ocasiones, el propio jefe o jefa (acoso descendente). La razón, siempre que se habla de acoso, es el miedo. Tanto los compañeros como los jefes ven a la víctima como un rival, como alguien con potencial, y es aquí cuando entran en juego los miedos e inseguridades que cada uno tiene escondidos bajo doble llave en su subconsciente. Cuando uno es mediocre lo es hasta para demostrar su valía. Como no la tiene, o cree no tenerla, necesita alimentar ese vacío, esa falta de autoestima, mermando y humillando a los demás. Y así se inicia un círculo viciosos donde uno crece a costa de que otro encoja.

El modus operandi de un acosador suele ser el siguiente:

- Aislar a la víctima.

- Crear un clima en el cual los compañeros no le hablan o desconfían de él.

- Evitar que participen en las actividades de la empresa, y cuando lo hace se encargan de hacerle, públicamente, el vacío.

- Criticar sistemáticamente su trabajo, lo haga bien o lo haga mal.

- Lanzar calumnias sobre la víctima, y en ocasiones intentan enredarlo en mentiras con el rastrero método "sacar mentira por verdad".

- Dar una carga excesiva de trabajo confiando en que no pueda cumplirlo en el plazo previsto o, por el contrario, no le dan tareas para hacer.

- Hacer burlas sobre su persona (siempre detrás de él, como buen cobarde).

En España el 11,5% de los trabajadores padecen o han padecido acoso laboral. Estoy segura de que, si no muchos, alguno se ha sentido identificado con lo que está leyendo, porque la mayoría de las veces somos conscientes de que estamos envueltos en un entorno laboral tóxico y que, a pesar de los años, los daños y la experiencia, aguantamos semejante sometimiento ad absurdum. ¿Y por qué? La respuesta es muy sencilla, está compuesta por una palabra de seis letras: CRISIS.

España va cuesta abajo, de culo y sin frenos. No es necesario hablar de la Ley Mordaza, de un gobierno sin gobierno, de una monarquía ratera, de unos líderes políticos ineptos, y así suma y sigue. O del poder que se le ha dado a los empresarios y los derechos que se le han quitado a los trabajadores. No te estoy hablando de historia, no te estoy narrando hechos pasados, aunque hayas tenido mientras leías un deja vu.

La crisis es la excusa perfecta para desenmascarar a los maltratadores. Gente que se ve con poder de más y formación de menos, y acribilla, humilla y vierte sus inseguridades en otro que aguanta carros y carretas porque es lo único que tiene, porque al menos tiene trabajo, porque tiene una familia a la que mantener, un alquiler que pagar. Y hambre. No nos olvidemos del hambre. De estas necesidades básicas se agarra un abusador psicológico. Tú trabajas para alimentarte y él se alimenta de pisotearte. Lo que no saben los acosadores, lo que no parece entrarles en la sesera, es que cuando la víctima abandona, hastiada y abatida, su lugar de trabajo no se le cierra una puerta, sino que se le abren cien. Porque él o ella seguirá siendo un buen empleado que lo demostrará allá a donde vaya, en cambio el jefe o la jefa o los compañeros responsables del mobbing seguirán siendo mediocres de por vida.

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