Los medios de comunicación escritos proclaman a cuatro columnas y a voz en grito los audiovisuales una gran noticia: Canarias bate récords con un 12% más de turistas en los primeros seis meses del presente año, un 17,9% más que en el mismo periodo del 2015. Magníficos titulares si no fuese por las malditas coincidencias editoriales y que las buenas noticias duran lo que un caramelo a la puerta de un colegio. El círculo del "peor-mejor" se completa con otros titulares de perfil bajo, pero que tozudamente anuncian cifras irrebatibles del CIS: Canarias cierra el segundo trimestre del 2016 con 15.600 parados más. De tal manera que en las islas asciende a 300.800 la cifra final de ciudadanos en busca de empleo, con una tasa del 27,33 por ciento, a siete puntos de la media nacional. Sólo nos adelanta Andalucía (29,07%).
Los voceros del Gobierno canario salen a la palestra raudos y con el discurso adaptado a los intereses de despachos bien insonorizados, a prueba de protestas sociales y enmoquetados para evitar ruidos de pisadas de tacón fino que alerten de presencias indeseadas. Sin sonrojarse lo más mínimo entran en fase de delirio al celebrar unas cifras de ocupación hotelera históricas, señalando que la afluencia de turistas extranjeros había marcado en 2015 su tercer máximo histórico consecutivo, con la llegada de 11,58 millones de turistas procedentes de otros países.
Al mismo tiempo, sin el menor reparo y aplicando la teoría de los recintos estancos, para que así Arquímedes no meta la nariz y les tumbe el discurso, acuden con desgana y displicencia los portavoces de la Consejería de Empleo a echar lejía sobre las cifras del paro, restándoles importancia y retorciendo los datos para evitar que derrumben discursos y pongan al descubierto el endemismo del desempleo en el Archipiélago. Años y años tratando de enmascarar cifras abrumadoras de miseria laboral, al tiempo que asistimos al mejor de los escenarios posibles: Canarias, sello de calidad y garantía de seguridad, precisamente el gran talón de Aquiles de los competidores, arrasados por guerras y terrorismos que alejan visitantes, al tiempo que aumentan las reservas con destino a las Islas afortunadas... por partida doble.
Resulta penoso observar la actitud de un gobierno que actuando de subcontrata del sector hotelero, favorecido hasta el insulto, a base de normativas ad hoc, dejando al descubierto y desamparando a la población activa sometida al capricho empresarial, a la penuria ocupacional a tiempo parcial, generando rentas miserables que impiden la redistribución de la riqueza y sólo distribuyen esclavitud y paro endémico. Un gobierno serio y responsable ampararía a sus ciudadanos con normativas que garantizasen un reparto más equitativo de los beneficios.
En Canarias se hace imprescindible ya asociar ratios de ocupación a porcentajes de empleo. Es inaudito que las cifras de bonanza turística no se vuelquen directamente en ocupación. Las puertas giratorias en Canarias tienen ***** Gran Lujo.
Algunos empresarios, por medio de sus asociaciones, amenazan con una retirada si se consideran maltratados por cambios legislativos imprescindibles, incluso tenemos que oír frases como: "No somos los salvadores de la patria..." Añadiríamos a este soez comentario, que tranquilos, ni lo son, ni les permitiremos que lo sean.
A todos aquellos empresarios de medio pelo que retan a los canarios con "mandarse a mudar" a otros puntos del globo, deberíamos decirles alto y claro "que ellos mismos", las puertas abiertas, pero que les quede muy claro que Canarias se queda aquí. Este archipiélago es un referente mundial y como tal, así lo aprecian millones de visitantes. Que lo tengan claro los cicateros y usureros -no son todos, ni mucho menos, aunque los que lo son merecen el exilio- si quieren seguir explotando, que se vayan con sus palmeras a otro lado, aquí nos quedamos con lo nuestro y otros empresarios vendrán que su lugar ocuparán y a Canarias enriquecerán.
